Además del placer de ver otra obra maestra de
Disney Pixar, en esta ocasión los marketinianos tenemos un motivo adicional. Tal como cuenta Beth Snyder en Adage, la película también es una obra maestra de lo que podría ser el product placement del futuro. En este caso -como no- para Apple.La fórmula buscada huye por completo de las típicas escenas nada sutiles de publicidad. En cambio, en
Wall-E, lo bordan. Los productos de Apple sólo aparecen físicamente en el Wall-E un par de veces.¿Ejemplos? un
iPod que re-proyecta una película preferida, el sonido del tono del Mac que indica que Wall-E, el robot protagonista, tiene completamente cargada a través de energía solar paneles,…El contexto es que «Que en 600 años ya no habrá nada de valor sobre la Tierra, pero existe el tono de arranque Mac». Pura sutileza.
Según los especialistas, en el fondo, parece un homenaje a
En cualquier caso. Estas sutilezas no están al alcance de cualquiera. A nadie se le ocurriría que ese “sonido” que citaba antes fuera algún sonido de sistema de Windows Vista, dicho con todo el respecto del mundo.
Parece claro que al product placement, hay que llegar con los deberes hechos. De lo contrario se corre el riesgo de hacer el ridículo o de pasar absolutamente desapercibido. En
Wall-E es todo lo contrario.