Contaré una intrascendente anécdota vivida recientemente, pero que sin embargo me es útil para ilustrar una reflexión.
Después de mantener una larga (e interesante) reunión con un empresario –que es partner y cliente- al que conocía por primera vez, le envié una invitación a LinkedIn… Al poco rato tuve ocasión de volver a hablar con él. Me comentó que la había recibido pero me justificó muy amablemente la no aceptación –aún teniendo perfil- aduciendo un problema de falta de tiempo para gestionarlo…
Ahora vamos a otra escena. Estaba terminando otra interesante reunión con otro empresario, al que no conocía previamente pero que también es partner. Mientras nos levantamos de la sala de reunión, me avisa que me mandará su de LinkedIn…
Curiosa circunstancia. Dos situaciones reales que muestran un marcado contraste. Por un lado, la sorprendente resistencia de algunos a adentrarse en esta práctica. Por otro, la omnipresencia de las redes sociales (profesionales y no profesionales) en determinados ámbitos.
Confieso que, en el primer caso, cuando me argumentaron el ‘no’, me sentía un poco niño travieso que está jugando en la Red y está escuchando una seudo-regañina del tipo “no tengo tiempo para estas tonterías”.
¿Los frenos? Desde luego la gente más joven se desenvuelve mejor con los distintos sitios web y también tiene menos problemas para adoptar múltiples personalidades.
Desde luego todas las posiciones son legítimas y respetables. Quizás tocará reflexionar, como defienden algunos, si todos estaremos en la misma red social o no.
Para algunos, como apunta en una entrevista Adam Seifer (cofundador de Fotolog), “el futuro es de las redes especializadas”.
En cualquier caso me parece más evidente que, consciente o inconscientemente, decidamos qué dimensión de nuestra persona socializamos. Para que después, en función de esa decisión, elijamos qué red social será la que encaje mejor con nuestro perfil…
Esa elección implicará que alguna red la desarrollaremos mucho, pero sospecho que no será un obstáculo para seguir “apuntado” a otras redes.
Aunque podamos escudarnos fácilmente que el “tiempo de dedicación” es una de las variable importantes, la realidad de lo que sucede es que los adultos somos más reservados con nuestra privacidad…
Entonces quedaría por explicar a qué perfil corresponden los que no tienen ese corsé de la privacidad… ¿son exhibicionistas?