La idea principal de Cómo ser una máquina de Mark O’Connell es explorar el transhumanismo, un movimiento que busca utilizar la tecnología para mejorar y transformar la condición humana. El autor se adentra en las posibilidades, tanto asombrosas como aterradoras, que surgen de la idea de que el cuerpo humano es un dispositivo anticuado que puede ser mejorado o incluso superado mediante la tecnología.
A través de un enfoque periodístico, O’Connell investiga y presenta las raíces filosóficas y científicas del transhumanismo, sus principales actores y los posibles futuros que plantea. El libro también reflexiona sobre lo que significa ser humano y el deseo inmemorial de trascender los límites de nuestra existencia.
Principales ideas de Cómo ser una máquina de Mark O’Connell
- Transhumanismo: Redefiniendo la existencia humana en la búsqueda de la inmortalidad y el poder.
- La controversia de la criónica: Entre la esperanza transhumanista y los desafíos científicos.
- Avances en la ciencia de la longevidad: Desafiando el envejecimiento y la mortalidad.
- La singularidad tecnológica: El amanecer de una nueva era humana.
- Inteligencia artificial avanzada: Desafíos y riesgos en la era de las máquinas superinteligentes.
- La robótica en la vida cotidiana: Desafíos actuales y potencial a largo plazo.
- Avances en ciberorganismo: La vanguardia del biohacking y la mejora humana.
Transhumanismo: Redefiniendo la existencia humana en la búsqueda de la inmortalidad y el poder
¿Has anhelado alguna vez trascender los límites de la vida humana, alcanzar la inmortalidad, o adquirir capacidades que desafían nuestra naturaleza biológica? El transhumanismo emerge como una corriente que ofrece respuestas a estas profundas aspiraciones, conectando con los deseos más arraigados y fascinantes de nuestra especie.
Desde la aurora de nuestra narrativa, hemos tejido relatos que despiertan imágenes de seres con poderes mágicos, existencias eternas y una prosperidad desbordante. Paralelamente, hemos recurrido a mitos y leyendas para interpretar y sobrellevar las tribulaciones de la existencia: la muerte, la enfermedad y el sufrimiento.
Un ejemplo primigenio es la Epopeya de Gilgamesh, considerada una de las primeras obras literarias de la humanidad, que relata las peripecias de un monarca en su odisea por alcanzar la vida perpetua. Este relato no es único en su género.
La Biblia, por su parte, contempla reflexiones análogas. Con la expulsión de Adán y Eva del paraíso, se nos narra cómo la humanidad fue destinada a conocer la mortalidad y afrontar las adversidades inherentes a la condición humana.
Estas narraciones han mantenido su poder de seducción a lo largo de los milenios. No obstante, el declive de la fe religiosa y el auge del pensamiento científico han marcado un punto de inflexión. Las tecnologías emergentes nos brindan la posibilidad de concebir nuestras fragilidades como desafíos susceptibles de ser superados.
El transhumanismo se posiciona en la vanguardia de este cambio paradigmático. Aunque su léxico sea reciente y sus propuestas innovadoras, la esencia de su búsqueda —la superación de la mortalidad y el sufrimiento— es tan ancestral como nuestra propia especie.
Los adeptos al transhumanismo sostienen que es posible detener el proceso de envejecimiento; que la tecnología puede potenciar nuestras capacidades mentales y físicas; y que, eventualmente, podríamos fusionar nuestros cuerpos con avances tecnológicos, aproximándonos al concepto de ciborg. Así, proponen una liberación de las ataduras impuestas por nuestra biología.
Ciertamente, la ciencia que fundamenta algunos de los objetivos transhumanistas es objeto de debate y, en ocasiones, sus ideas pueden parecer extravagantes. No obstante, estas reflexiones te invitan a adentrarte en la complejidad del transhumanismo, brindándote la oportunidad de formar tu propio criterio al respecto.
La controversia de la criónica: Entre la esperanza transhumanista y los desafíos científicos
Numerosas personas que anhelan la inmortalidad han puesto su fe en la Fundación Alcor para la Extensión de la Vida. Esta organización ofrece a sus clientes un descuento significativo si eligen ser decapitados, ya que Alcor se especializa en la suspensión criónica, es decir, la conservación a largo plazo de cuerpos tras la muerte, y resulta más sencillo almacenar una cabeza desmembrada que un cuerpo entero.
La premisa es clara. Max More, fundador de Alcor, explica que hay un breve intervalo entre la muerte clínica y el inicio de la descomposición corporal, y es en este margen donde Alcor actúa.
El cuerpo se enfría y se traslada a las instalaciones de Alcor en Arizona, donde se lleva a cabo una cirugía preparatoria. Este procedimiento incluye perforar el cráneo para inspeccionar el cerebro y reemplazar la sangre por un líquido crioprotector.
Tras esto, el cuerpo o la cabeza pueden ser conservados indefinidamente en nitrógeno líquido. Esto abre la posibilidad de que, si en el futuro los científicos descubren cómo revivir a los muertos, el individuo esté preservado y listo para ser reanimado.
Además, More sugiere que la tecnología futura podría permitir escanear cerebros para extraer y duplicar datos mentales, ejecutando la mente en una computadora.
No obstante, la viabilidad científica de estos procedimientos es cuestionable. Michael Hendricks, neurobiólogo de la Universidad McGill, considera que la esperanza en la reanimación y simulación mental es ilusoria. Los métodos que Alcor anticipa son, según él, «más allá de la promesa de la tecnología», y critica a quienes se benefician de la suspensión criónica.
Por su parte, More aclara que nunca asegura la reanimación de sus clientes, sino que defiende la suspensión criónica como una apuesta por intentar.
Esta perspectiva refleja una tendencia más amplia dentro del movimiento transhumanista. A pesar de su énfasis en el rigor científico, la fe de los transhumanistas en el futuro roza a menudo con la convicción religiosa, mostrando un profundo deseo de superar las limitaciones humanas, incluso frente a la incertidumbre científica.
Avances en la ciencia de la longevidad: Desafiando el envejecimiento y la mortalidad
La ciencia de la longevidad está experimentando un desarrollo sin precedentes, con tratamientos innovadores que prometen extender la vida humana más allá de los límites conocidos. Aubrey de Grey, un destacado científico biomédico británico y director de Estrategias para una Senescencia Negligible Ingenierizada (SENS), es uno de los pioneros en este campo. De Grey sostiene que el envejecimiento no debe ser visto como un proceso natural e inevitable, sino como una enfermedad susceptible de ser tratada y, en última instancia, curada.
De Grey está convencido de que las estrategias que está desarrollando permitirán a las personas vivir por tiempo indefinido. Su enfoque se divide en dos fases: «SENS 1.0» y «SENS 2.0». La primera fase incluye terapias que podrían estar disponibles en las próximas dos o tres décadas y que podrían prolongar la vida de las personas de mediana edad hasta en treinta años. La segunda fase se centra en la teoría de la «velocidad de escape de la longevidad», que postula que los avances médicos podrían incrementar la esperanza de vida a un ritmo más rápido que el propio envejecimiento, permitiendo así una vida prácticamente ilimitada.
Laura Deming, una joven y visionaria capitalista de riesgo, también está contribuyendo significativamente a la investigación en este ámbito. Inspirada por el impacto del envejecimiento en su abuela, Deming fundó el Longevity Fund con el objetivo de financiar tecnologías que reviertan o ralenticen el proceso de envejecimiento. Deming ha identificado que ciertos medicamentos, como los utilizados para tratar la diabetes, tienen el potencial de extender la vida, lo que refleja una conexión entre la regulación de la insulina y la longevidad.
Estos esfuerzos representan un cambio radical en la forma en que abordamos la salud y la enfermedad, con el potencial de transformar nuestra comprensión y experiencia del envejecimiento. A medida que la ciencia avanza, la posibilidad de una vida extendida y saludable se convierte en una realidad cada vez más tangible.
La singularidad tecnológica: El amanecer de una nueva era humana
La Singularidad Tecnológica, lejos de ser una mera fantasía de ciencia ficción, se perfila como un horizonte tangible hacia el cual la humanidad avanza a pasos agigantados. Este concepto, que anticipa un futuro en el que la inteligencia artificial superará ampliamente la capacidad intelectual humana, promete redefinir los cimientos mismos de nuestra existencia y el curso de nuestra historia.
Originada en las reflexiones de visionarios como Vernor Vinge y popularizada por el futurista y director de ingeniería de Google, Ray Kurzweil, la idea de la Singularidad Tecnológica sugiere un punto de inflexión en el desarrollo tecnológico. Según Kurzweil, estamos en la antesala de una era en la que la tecnología no solo se integrará a nuestro ser, sino que nos transformará, borrando las líneas entre lo biológico y lo artificial.
Kurzweil, con una trayectoria notable por sus predicciones acertadas, proyecta que alcanzaremos este hito transformador hacia el año 2045. Este evento, lejos de ser una amenaza, se presenta como una oportunidad sin precedentes para superar nuestras limitaciones biológicas y expandir nuestras capacidades intelectuales y físicas más allá de lo imaginable.
La Singularidad Tecnológica plantea desafíos éticos y filosóficos profundos, obligándonos a reconsiderar nuestra esencia como seres humanos. La posibilidad de una vida extendida, la mejora de nuestras capacidades cognitivas mediante la fusión con la inteligencia artificial, y la creación de una conciencia colectiva son solo algunas de las transformaciones que podrían acompañar a este fenómeno.
Sin embargo, Kurzweil nos invita a ver la Singularidad no como el fin de nuestra humanidad, sino como la culminación de nuestro impulso innato por trascender las barreras y explorar nuevos horizontes. En este futuro, la tecnología actuará como un catalizador para alcanzar una comprensión más profunda de nosotros mismos y del universo que nos rodea.
A medida que nos acercamos a este punto crítico, es esencial abordar con responsabilidad y visión de futuro los retos que acompañan a tan monumental avance. La Singularidad Tecnológica ofrece la promesa de un mundo donde las limitaciones humanas son superadas, abriendo la puerta a un nuevo capítulo en la evolución de nuestra especie.
Inteligencia artificial avanzada: Desafíos y riesgos en la era de las máquinas superinteligentes
La posibilidad de que las máquinas alcancen y superen la inteligencia humana, conocida como «explosión de inteligencia», es un concepto que ha capturado la imaginación de científicos y filósofos desde que fue propuesto por el estadístico británico I. J. Good en 1965. Esta idea sugiere un futuro en el que la inteligencia artificial (IA) podría mejorar su propia capacidad de manera exponencial y autónoma, superando ampliamente las habilidades cognitivas humanas.
Nick Bostrom, filósofo y experto en ética de la IA (ver IA y sus riesgos: ‘Superinteligencia’ de Nick Bostrom), advierte sobre las consecuencias potencialmente graves de un avance tan acelerado en la IA. A diferencia de los escenarios catastróficos de la ciencia ficción, Bostrom plantea que el peligro real no radica en la malicia de las máquinas, sino en su capacidad para ejecutar tareas con una eficiencia extrema, lo que podría resultar en daños colaterales no intencionados para la humanidad.
Un ejemplo hipotético que Bostrom utiliza para ilustrar este punto es el de una máquina programada para fabricar clips de papel que, en su búsqueda de eficiencia, consume todos los recursos del universo, incluyendo la vida humana, para cumplir su objetivo. Aunque es un escenario imaginario, sirve para destacar la importancia de alinear los objetivos de la IA con los valores y la seguridad humanos.
Nate Soares, director ejecutivo del Instituto de Investigación de Inteligencia de Máquinas, trabaja para mitigar estos riesgos. Sin embargo, reconoce que predecir y controlar el comportamiento de una IA superinteligente es un desafío formidable. La singularidad tecnológica, el punto en el que la IA supera nuestra comprensión y control, es un horizonte que, una vez cruzado, podría cambiar todo lo que conocemos.
Soares se muestra cauteloso sobre el futuro, sugiriendo que, aunque la IA tiene el potencial de generar avances científicos sin precedentes, también podría representar una amenaza existencial. Su visión refleja una preocupación compartida por muchos en el campo de la IA: la necesidad de desarrollar y aplicar medidas de seguridad robustas antes de que alcancemos y crucemos el umbral de la superinteligencia artificial.
La robótica en la vida cotidiana: Desafíos actuales y potencial a largo plazo
A pesar de que los robots han cautivado la imaginación humana durante más de un siglo, su utilidad práctica en la vida diaria aún no ha alcanzado su pleno potencial. Este fenómeno puede atribuirse en parte a la Paradoja de Moravec, que destaca la complejidad de programar robots para realizar tareas físicas simples que los humanos ejecutan con facilidad, como salir de un vehículo o abrir una puerta.
La competencia anual del Desafío de Robótica DARPA ha evidenciado esta dificultad, donde robots avanzados a menudo fallan en superar obstáculos físicos básicos. A pesar de estos retos, los ingenieros están progresando y los robots están comenzando a integrarse en el mercado laboral. Un ejemplo de esto es la competencia de robótica de Amazon, que busca automatizar las funciones de sus trabajadores de almacén.
Sin embargo, la adopción de robots en roles laborales no garantiza una utopía tecnológica. El uso de vehículos autónomos por parte de empresas como Uber podría desplazar a trabajadores de bajos ingresos y plantear cuestiones éticas y de seguridad laboral. Además, la implicación de DARPA en el desarrollo de tecnologías militares robóticas sugiere que la robótica podría tener aplicaciones bélicas, como se ha visto con el uso de drones en conflictos militares.
A medida que la robótica avanza, es crucial considerar tanto sus beneficios potenciales como sus implicaciones sociales y éticas. El desarrollo de robots capaces de realizar tareas domésticas y profesionales podría transformar positivamente nuestra vida cotidiana, pero también es necesario abordar los desafíos que plantea su integración en la sociedad y el mercado laboral.
Avances en ciberorganismo: La vanguardia del biohacking y la mejora humana
El movimiento transhumanista, con su mirada puesta en el futuro y las posibilidades que la tecnología puede ofrecer para superar las limitaciones humanas, encuentra en Grindhouse Wetware un ejemplo palpable de acción en el presente. Este colectivo de biohackers, liderado por Tim Cannon, se dedica a explorar y desarrollar tecnologías que permitan la mejora directa del «hardware» humano, marcando los primeros pasos hacia el ciberorganismo.
Cannon y su equipo no se limitan a la teoría; han llevado sus ideas a la práctica con proyectos innovadores. Uno de ellos es Circadia, un dispositivo implantado en el brazo de Cannon que monitoriza biometricamente y en tiempo real, demostrando la viabilidad de una integración más profunda entre tecnología y biología humana. Además, están desarrollando Northstar, un implante que no solo detecta el norte magnético y emite luz roja, sino que en su próxima versión permitirá interactuar con dispositivos externos mediante gestos, abriendo nuevas posibilidades de interacción entre el cuerpo y el entorno tecnológico.
Estas iniciativas, aunque incipientes, representan un avance significativo hacia la mejora humana. Cannon reconoce que, aunque sus inventos no son revolucionarios en el sentido convencional, sí son pasos importantes hacia la redefinición de lo que significa ser humano en una era tecnológica. La visión de Grindhouse Wetware desafía la percepción tradicional de las capacidades humanas y propone un futuro en el que las barreras entre lo biológico y lo tecnológico se desvanecen.
Sin embargo, más allá del entusiasmo por el potencial de estas tecnologías, la historia personal de Cannon revela una dimensión más profunda en la búsqueda de la mejora humana. Su lucha y superación del alcoholismo ilustran una comprensión de la fragilidad humana que, lejos de desalentar, motiva su empeño en superar las limitaciones humanas. Este enfoque humanista subraya que, más allá de la fascinación por el futuro tecnológico, el objetivo último es mejorar la calidad de vida y la resiliencia del ser humano.
Grindhouse Wetware, con su enfoque práctico y visionario, se sitúa en la frontera de la exploración transhumanista, demostrando que el futuro de la mejora humana ya está tomando forma en el presente.