El affaire Millet, el escándalo del prócer de la sociedad civil catalana, hasta ahora presidente de la Fundació Orfeó-Palau de la Música y consejero de más de una docena de entidades (entre ellas el Patronato de la Fundación del Barça), con su falsedad, engaño y robo sistemático que durante años ha perpetrado con premeditación y alevosía, ha sido una gran bomba informativa.

Ha dejado atónitos a la mayoría. El escándalo es de tal calado que ha provocando una notable sacudida a aquellos que se habían creído lo de la existencia y trascendencia de esa supuesta élite de intocables de la sociedad civil catalana. Algo que espartanos y troyanos se han entestado en proteger y hacernos creer su existencia (ver Cataluña Feudal).

Este episodio que previsiblemente se convertirá en un truculento culebrón, se vio avivado por la confesión -vía carta pública- por un nada inocente intento del acorralado Fèlix Millet para redimirse. Un acto tan poco loable, el de conectar el ventilador repartiendo acusaciones a diestro y siniestro, absolutamente coherente con la catadura moral del personaje. Se trata de morir matando y poco más.

Cambiando de personaje pero sin abandonar la galería de siniestros personajes de actualidad, topamos con la inculpación del glomuroso Flavio Briatore. Otro de los episodios mediáticos de las últimas semanas. El ya ex capo del equipo Renault de F1, fue acusado y condenado por hacer trampas junto con su ex pupilo Nelson Piquet Jr, con el único objetivo de favorecer la victoria de Fernando Alonso en el gran premio de F1 de Singapur del pasado año. Un episodio donde ninguno de los protagonistas sale bien parado: ni Renault, ni Briatore, ni Mosley (el jefe de la FIA), ni Nelsinho Piquet, ni…

O la Belén Esteban, ejemplo del panorama más lumpen del universo mediático español. Insólita protagonista cuyo gran mérito, además de ser la ex del torero Jesulín y echar bilis en televisión, es el caso Andreíta, su hija… Con la infeliz intervención y complicidad, del defensor del menor haciéndose eco del asunto de las cartas. Una metedura de pata -la del defensor del menor- que ha generado una notoriedad sin precedentes de ese detritus mediático que es Belén Esteban. Desde luego, si no quería que afectara a la niña la repercusión, ha conseguido el efecto contrario.

Los tres episodios, fruto de egos enfermos de diferente naturaleza, tienen un denominador común, acaban proyectando una idea cuyo mensaje puede fácilmente interpretarse que para ser una “celebridad” y un “triunfador” o eres un tramposo, estafador, mentiroso, echando permanentemente bilis por la tele, o nunca alcanzarás el éxito.

Al margen de las Vacas Sagradas que haberlas haylas ¿Dónde están nuestros héroes y heroínas de verdad? Aquellas personas anónimas, capaces de cambiar en positivo el curso de la historia, de una industria o de la sociedad?

Aquellas personas que son capaces de construir un mundo mejor sin seguir instintos mesiánicos, mezquinos o enriquecimientos obscenos. Personas que tienen una vida normal pero que hacen cosas extraordinarias, gracias a su inteligencia, su capacidad y esfuerzo…pero que nunca aparecen como héroes en los medios de comunicación.

¿Existen?

Aunque muchos lo ignoren, estoy convencido que sí.