La ventaja de peinar alguna cana teniendo una relación de largo recorrido con la Red es que tienes un poco de perspectiva histórica. Un poco más resabiado, puede que algo desconfiado con lo último de lo último. Intento, por norma, probar las nuevas aplicaciones. Sin apasionarme demasiado, al menos de entrada. Aún así, reconozco que me gusta ‘trastear’, aprendo y disfruto. A veces sólo por experimentar, otras incorporándolo al uso profesional.
Sigo con especial interés el permanente debate acerca del social media, cuánto hay de moda, de realidad, de rentabilidad, etc. Un debate que me tomo sin aspavientos, con un poco de perspectiva y tranquilidad. Ciertamente ya hace tiempo que hablo del soufflé del social media, pero sigo siendo creyente y practicante. Más aún, cuando algunos ya lo dan por pasado de moda o incluso lo entierran. Otros apenas lo acaban de descubrir y algunos quizás no se enteren jamás que ha existido.
Conozco empresas y casos de todos los gustos y colores. Algunas están haciendo un trabajo de fondo impresionante. Otras le dan un enfoque puramente promocional. Las muy fervientes lo están incorporando en su estrategia de negocio, incluso mutando su ADN corporativo hacia una actitud más 2.0.
Puedo entender a compañías industriales con un número de clientes limitado, a los que conocen por su nombre y apellido desde hace años, que consideren que la guerra de los social media no va con ellos. Los entiendo, de verdad.
Ahora bien. Lo que no entiendo son aquellos directivos de empresas, con servicios o productos al consumidor, que incluso usando el canal Internet para comercializar sus productos, escondan la cabeza bajo el ala. Es insólito, pero tienen la falsa creencia que si no se meten en los social media, se ahorrarán disgustos. Son los mismos que prefieren censurar o esconder un comentario negativo, antes de admitirlo e intentar gestionarlo.
Son los mismos que no toman diez minutos de su valioso tiempo para indagar en la Red que se dice de su marca y de sus servicios. En verdad les trae un poco sin cuidado, creen que son anécdotas aisladas. O se esfuerzan por autoconvencerse que todos los comentarios negativos son de competidores disfrazados de trolls.
Están equivocados. Quien decide si una marca está o no en los Social Media, ya no son ellos, los managers, es el cliente. Mira a tu alrededor, seguro que conoces alguno de estos personajes. Son inconfundibles, desconfía de ellos. No es que quieran ir contra corriente, no. Lo que pasa es que salvo que tengan un cadáver escondido en el armario o vayan levitando por la vida, son impermeables a nuevos planteamientos quizás a causa de una mezcla de incompetencia e inseguridad. La realidad es tozuda, pero la reputación online no sólo afecta a la imagen, también afecta a las ventas.
Aún así, apiádate de ellos. No intentes cambiarlos. Podrías acabar mal. Están enfermos, no es contagioso pero es desagradable. Aunque lo peor es que, actualmente y a pesar de todos los esfuerzos, el síndrome del asocial media manager sigue siendo incurable.