El agua está fría. Estamos cansados. Nerviosos. Angustiados. Tenemos un problema ¿Quién no? Escribo este post contrariado. Soy de los que creen insensato y un suicidio los oligopolios de las majors. Se aferran a lo suyo y se mueven lo estrictamente necesario ¿para qué más? Si con eso tienen suficiente. Y en realidad hagamos lo que hagamos, no vamos a cambiarlo. Sea por derechos adquiridos o pactos con el diablo, están ahí. Y allí continuarán.
Pero no todos somos iguales. Recientemente hemos puesto en marcha la posibilidad de descargarse los capítulos clásicos de Cálico. De pago. Sí, palabra casi maldita tratándose de contenidos.
Los precios son a 1,5 € el episodio. Los capítulos siguen disponibles en streaming para todos aquellos que no quieran pagar. No presionamos a nadie a nada. Pero estamos obligados a escudriñar y explorar todas las vías (legales) de incrementar los ingresos ¿nos haremos ricos? Me río.
Milagrosamente hemos conseguido las primeras transacciones pero la reacción general de nuestros usuarios ha sido negativa. Encuentran los precios excesivos, que nos hemos vuelto demasiado comerciales, etc… Maldita sea. En Nikodemo tenemos la mala costumbre de comer cada día. No vivimos del aire. Tenemos facturas que pagar. Incluso familias que mantener.
Nos encontramos en una encrucijada. Hemos hecho una apuesta arriesgada. Nos metimos en este lío nosotros solitos. Pensaba y sigo pensando que es posible mantener nuestra base de usuarios de aquellos que buscan entretenimiento gratis en la red, con otras fórmulas más elaboradas.
Les ofrecemos contenidos de calidad. Cada semana, de forma ininterrumpida las últimas 68 semanas. No es barato crear y producir ese contenido. El equipo es reducido, hay presión, recursos limitados,..
Aclaro que no me estoy intentando justificar. Raúl, Niko y servidor nos liamos la manta a la cabeza y lo hemos apostado todo, repito todo, en este proyecto. Aspiramos desarrollar proyectos ambiciosos de estar en otras ventanas de difusión también masivas de la televisión. En España y en medio mundo. Quizás lo consigamos. O no.
Pero hay una generación de usuarios que no aprecia el trabajo y el esfuerzo de los demás. Dicen que la crítica es fácil y que el arte es notablemente más difícil. En esto estamos todos. No nos gustan los monopolios, ni el establishment. Luchamos para cambiar el statu quo, pero esto es económicamente complejo y difícil de sostener. Ser rebelde sale caro.
Todo es discutible. Podríamos ser más buenos, más rápidos y mejores. Pero me toca los pies cuando me acusan de “venderme al capital” y de hacer “un producto demasiado comercial”.
Hacemos lo que sabemos y a quien no le guste que no venga. Pero que quede claro que estamos ante una industria de contenidos “alternativa”, talentosa, pero muy tierna. No pido privilegio alguno, sólo un poco de respeto -de lo contrario- la aniquilaremos.
No, no estoy reclamando la locura extravagante de la SGAE. Tampoco las inútiles campañas de concienciación del ministerio de turno. Entre todos ellos han conseguido el dudoso mérito de convertir el “pirateo” o el “barra libre” en algo cool. Enhorabuena.
Pero no te engañes, a quién más daño hacen no es a los que pisan habitualmente la alfombra de los Goya. Ni la moqueta de los ministerios o las consellerías.
Luego que nadie se queje que en los canales habituales siguen arrojando la misma basura. Con el mismo tono políticamente correcto y que se innova poco. Estamos impidiendo florecer y desarrollar a una prometedora industria de outsiders.
Aquella que hoy te arranca unas sonrisas, que te mantiene vivo, que compartes con tus amigos y que… ¿quien sabe si pasado mañana le dará a ese usuario de “crítica fácil” su primera oportunidad profesional?
Por favor, si muero antes de llegar a la otra orilla, que alguien se lo cuente.