Estos últimos días estoy hablando con más gente que casi el resto del año junto. Supongo que algo lógico. Desde que comuniqué que dejaba la agencia (a algunos no les sentó muy bien que lo publicara en el blog), no diré que me han llovido propuestas pero sí puedo decir que me falta tiempo para almuerzos, desayunos y cafés…

Siempre gente interesada –en el mejor sentido- en saber a qué me dedicaré profesionalmente los próximos años….

Desde luego hay de todo. Los que te animan a montar un proyecto juntos (lo que sea) y que “yo ya me subiré”. A los que les preocupa que me vaya a su competencia. A los que les gustaría que subiera a su proyecto,… en fin te lo puedes imaginar.

¿Mis últimos días en la agencia? bien gracias. La gran preocupación de la gente es si asistiré a la cena de navidad y si participaré en el (odioso) show del amigo misterioso. O sea que parece que todo tranquilo…

De estos últimos días me quedo con cuatro momentos interesantes que me han hecho reflexionar:

  • El comentario de un empresario de éxito que me decía que él prefería que su esposa pudiera tomarse el trabajo de forma más relajada aunque para ello tuviera que evitar los restaurantes caros o tener dos coches.
  • Otro empresario de éxito que me comentó sin tapujos que antes de alcanzar el éxito (él no lo definió así) se había arruinado un par de veces.
  • El presidente de un grupo multinacional cancelándome la reunión dos minutos antes de empezar (aunque luego llamó cariñosamente su secretaria para reprogramarla).
  • Cuando un importante periodista -a vueltas con la búsqueda de inversores para Nikodemo- nos preguntaba si lo que queríamos era vender la empresa o hacerla crecer…. Cuando respondíamos que hacerla crecer, casi ponía cara de sorpresa.


Hay ganas, hay ambición. El objetivo no es hacerse rico (ya sé que nunca lo seré). El objetivo es trabajar en aquello que me apetezca, donde sé que puedo aportar, que se pueda innovar, dónde se pueda aprender un poco cada día… y que el proyecto pueda crecer y ser importante.

Uno de los empresarios con los que hablé me preguntó directamente: pero ¿no quieres ser emprendedor?

Y yo me pregunto..

¿Es posible ser emprendedor a los 40 años?

¿Lo acabaran de entender los del banco donde tengo la hipoteca de mi piso?

¿O por el contrario eso es justamente el nivel de compromiso que convence a un posible inversor?