En algún momento las marcas empezarán a dar recomendaciones –honestas y sinceras- para que compres y consumas de forma responsable. Será el momento en el que los hábitos de consumo dejarán de estar menos obsesionados en lo individual, la acumulación o la ostentación y empezaremos a pensar de una forma más colectiva y sostenible. Evidentemente esto no solucionará todos los problemas, pero ya es una buena respuesta a la inequidad y la ineficiencia del mundo.
Mientras la economía colaborativa va avanzando, el capitalismo más recalcitrante insiste machaconamente con sus argumentos y la publicidad prueba de mantener ese mundo irreal e inalcanzable que tan buenos réditos ha dado durante decenios.
La campaña de Victoria’s Secrets (Polémica en Internet por una campaña sobre el ‘cuerpo perfecto’ de Victoria’s Secret) pretende animarnos a la compra de lencería. La intención además de lícita, sería también ética si lo hicieran de una forma responsable. Pero no. Los esteriotipos publicitarios son un acto de marketing irresponsable. Es evidente al “asociar la perfección a un modelo de belleza casi inalcanzable puede causar estragos en la autoestima de muchas chicas”. Y si a alguien le parece un tema menor, que se informe acerca de los índices de anorexia y bulimia de nuestra sociedad. Una auténtica epidemia.
La última polémica alrededor de la publicidad, es un buen termómetro del mundo en que vivimos. El episodio alrededor de la campaña de lotería de navidad muestra sin ambages, una industria de servicios publicitarios híper competitiva, sobredimensionada, en la que «se mata» para conseguir un cliente. Las trifulcas alrededor de los concursos que sirven para adjudicar una cuenta publicitaria, son uno de los aspectos menos edificantes de la profesión.
Que una de las mayores campañas publicitarias anuales, tenga más notoriedad por los conflictos internos del ganador del concurso, que por la campaña en sí, tiene mérito (Polémica sobre el anuncio de la lotería de navidad “no vuelvo a trabajar gratis” ). La historia es la siguiente: un director de fotografía que acepta invertir-trabajar gratis para preparar la maqueta que presenta una de las agencias que participan en el concurso y que cuando la agencia ganan, no lo contratan a él y tampoco lo avisan. La polémica sigue en Facebook y el muro de la agencia, echa humo.
Estas polémicas no son nuevas. Y son especialmente sangrientas en una industria que hace decenios se enriqueció de forma obscena y en la que todavía siguen existiendo una de las mayores proporciones de picaresca y depredadores per cápita.
La paradoja es enfrentar el propósito de la publicidad, que intenta construir un mundo feliz y perfecto, pero está todavía más podrido que la realidad que pretende falsear.
Y acabo. Hace un par de semanas, el director general de una de las grandes agencias de un grupo publicitario multinacional, me comentaba que no podían tener empleados mayores de… 35 años. ¿Por qué? Es fácil imaginárselo.
Pronto en las agencias empezarán a reclutar “niños soldados”. Hay cola para entrar, son obedientes, trabajan mucho, cobran poco, se quejan menos y es barato echarlos.