Ayer, charlando con gente de la universidad, relacionada con la comunicación audiovisual, surgió una interesante conversación alrededor de esas instalaciones llamadas Parques Media-TIC que tan de moda se han puesto por toda nuestra geografía.
Desde que los políticos y demás burócratas aprendieron la expresión “sociedad del conocimiento” e incorporaron en su discurso todo su glosario completo, lo han empleado con ardor guerrero en todas las campañas electorales independientemente de su color político.
Cuando se acercan contiendas electorales, estos personajes son peligrosos. En cualquier momento pueden descolgarse con la promesa pública de montar un parque tecnológico o un parque media-TIC (es lo que se lleva más). Cualquier ciudad que se precie, siempre que tenga un enorme solar en el que no se pueden levantar viviendas, o alguna vieja fábrica que reconvertir, cae en la tentación. “Montaremos unas enormes instalaciones, con platós y demás servicios, que atraerán a parte de la industria de contenidos nacional e internacional. Nos convertiremos en punto de atracción del talento”… gracias al ladrillo.
Salvo honrosas excepciones, estos parques Media-TIC están semivacíos. ¿Adivina quién paga su construcción y mantenimiento? Por supuesto de atraer, atraen más bien poco. Esta industria no se hace a base de ladrillo. Invitando a las productoras de siempre tampoco se fomenta la industria ni se promueve la competitividad del sector. Sólo se engrasa más a los amiguetes del establishment.
Nikodemo nació en un minúsculo despacho de
Los políticos necesitan mantenerse en el poder y distraer a la clientela vendiendo “futuro”, pero la industria audiovisual no necesita esos fastuosos Parques Media-TIC. Lo que de verdad necesita es un ecosistema dinámico, vigoroso y en crecimiento. El ‘dónde’ ya se verá.
Se necesita talento, formación, partners, mentores, ventanas de relevancia y contactos para arrancar. La Universidad haría bien en ponerse del lado del que toca, es decir, de la profesión, de la industria. Las empresas no muerden y una parte demasiado elevada del profesorado universitario lleva explicando lo mismo los últimos quince años, de cuando la Red era todavía una rareza.
Seamos honestos. Sirve de poco o nada, poner en el mercado a miles de chavales con una titulación cuyos contenidos académicos son más propios del siglo pasado. Los enviamos directamente a la frustración. Un profesor universitario me discutía que con cuatro años es imposible formar a un especialista. Quizás. Será que a partir de una base mínima razonable, la gente tiene foguearse en empresas y reciclarse continuamente. ¿Significará eso que el rol de “expendedor de títulos” de la universidad ya no es tan válido como antaño? O es que confiamos atiborrarlos de másters para retrasar al máximo su incorporación laboral. Sólo el networking de profesionales implicados en la enseñanza les puede salvar de la ayuda de sus respectivas “bolsas de trabajo”, gestionados por parte del personal más gris, desconectado y apático que se pueda encontrar en las universidades.
La combinación de los Parques Media-TIC y las universidades,