El post de hoy es fruto de una reflexión en caliente, al hilo de dos noticias inquietantes en el mismo día. En primer lugar, la desafortunada noticia del cierre de Soitu.
El proyecto digital de información, liderado por su director Gumersindo Lafuente, cierra. Después de 22 meses de andadura, la crisis y su elevado impacto en la inversión publicitaria, se han llevado por delante a otro de las prometedoras apuestas de Internet de nuestro panorama. El proyecto, participado por el BBVA, no ha encontrado ni la rentabilidad prometida ni la financiación necesaria.
Me quedo con un fragmento de la carta de despedida del propio Gumersindo “los últimos meses no hayamos sabido convencerles [al BBVA] de que los proyectos que nacen en sectores inmaduros y crecen en momentos de turbulencias necesitan paciencia para encontrar su sitio”.
Parece que el BBVA no queda en demasiado buen papel. Se habla de impacto en su reputación (la reputación del BBVA en el caso Soitu). Hay usuarios del periódico que cargan en las redes sociales contra el BBVA por empujarle al cierre a Soitu. Por razones obvias no seré yo quien ponga el dedo en la llaga. Además, creo que nos haríamos un mal favor acusando al socio financiero. Pocos son los que quieren invertir en este sector, sólo falta que los asustemos.
Pero no era esa la cuestión (el papel del BBVA) sino en que hay muchos proyectos empresariales, especialmente en sectores inmaduros, que caen por el camino por falta de financiación.
Justamente de dinero quería hablar y de la dificultad para conseguirlo. Quienes no parecen tener esos problemas son algunos alcaldes de municipio españoles. Cuesta de digerir la sorprendente y surrealista noticia de que Los alcaldes lanzan 30 televisiones públicas en medio de la recesión económica.
El surrealismo tiene muchos nombres y apellidos, pero en este caso se refiere al presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP),
Quizás soy muy corto de miras y el pretexto de “acercarse al ciudadano” bajo televisiones en Internet está justificadísimo. Puede que incluso sea de extrema necesidad.
Seamos un poco serios por favor. Hay que ser muy bobo o muy caradura, para ir reclamando mejoras en la financiación municipal (ahora que el ladrillo no da) y lanzarse a esos proyectos mesiánicos domésticos. ¿No deberíamos exigir austeridad a los ayuntamientos y formas un poco más baratas de llegar al ciudadano?
Evitaré hablar de justicia, porque tal como está el patio sería naïf y de un romántico empalagoso, pero cada vez lo veo más claro. Hay tres castas: los que pertenecen a la aristocracia y al establishment (y gozan de ciertos privilegios públicos históricos), los que viven por y para parasitar del dinero público, y el resto.
Lamento profundamente el cierre de Soitu, pero eso no es lo fundamental, excepto para los emprendedores, empleados y accionistas, claro. Lo fundamental es ¿de qué hablamos? de mi dinero, de tu dinero o de “nuestro” dinero? ¿Por qué unos sí y otros no?
O todos moros, o todos cristianos.