La idea de escribir el libro no fue mía, fue de Aina (la co-autora). Era diciembre 2014 en Mataró, en plena conversación de café. De esas conversaciones frecuentes, alrededor del mundo de los makers, en un contexto el que estábamos desarrollando Xnergic. Allí nació todo.
Ninguno de los dos habíamos escrito ningún libro por lo que, a falta de ortodoxia y técnica, tiramos de sentido común e iniciamos el viaje. En algún momento, pasados los meses, reorientamos el propósito del libro. Siguiendo el hilo conductor de la tecnología y lo digital, descubrimos que sea puede entender y explicar casi todo del mundo que nos rodea. Y ese fue justamente nuestro propósito: escribir y compartir el viaje conceptual que estábamos realizando.
El paso de los meses, transformó nuestra curiosidad en preocupación. Lo que íbamos desenredando e interpretando de la lectura de aquellos que saben, hizo más crítica y preocupada, nuestra mirada. Era (es) necesario tomar partido. Así que tras la reflexión quisimos incorporar una llamada a la acción. Es imprescindible comprender el mundo en que vivimos, pero todavía es más importante decidir cómo queremos que sea. Y actuar en consecuencia. Sin dogmatismos, solo por instinto de supervivencia.
Aunque estamos convencidos que el libro está repleto ideas interesantes, escribirlo no era ninguna prioridad. Iban cayendo los meses sin darnos cuenta. Costaba coger el hilo, concentrarse y ser productivo el fin de semana.
En algún momento, tuvimos la feliz idea de cerrar cada capítulo con unas mini entrevistas a personas de referencia. Queríamos enriquecer nuestro trabajo con más matices. Tocaba hacer lista. Algunos amigos, algunos conocidos, algunos primeros contactos. Envío de mails, llamadas, perseguir a la gente…
A finales del 2015 tomamos la decisión de finalizar el libro. Sí, también he descubierto que un libro se puede eternizar. No fue hasta inicio de 2016, pasadas las navidades, cuando pusimos firme determinación de cerrar el libro. A esas alturas, el libro ya había tomado una dirección notablemente distinta, pero mucho mejor, que la idea inicial.
Cerramos el libro a principios de la primavera de 2016 … con lo más delicado todavía sin solucionar: estábamos sin editor. Evidentemente, no teníamos la menor idea de cómo buscarlo. Así que después de consultarlo en la red, decidimos elaborar una lista de editoriales a las que contactar. Aunque no sabíamos qué exactamente. ¿El original? Un resumen? ¿El primer capítulo?
El periplo por las editoriales merecería un post aparte. No me extenderé. Vaya por delante que nuestro conocimiento del mundo editorial era nulo. Así que empezamos por buscar editoriales y seleccionar aquellas que nos parecían más apropiadas … a priori. En total quince contactos reales. Siempre empezando por email. Con un resumen generoso del libro.
De todos los contactos respondieron seis de forma bastante rápida (en semanas). Dos al cabo de muchos meses. Entre los que respondieron, un editor se apiadó de nosotros y accedió a recibirnos. Fueron un par de horas de conversación muy interesante, cuyo resultado fue similar a una ducha de agua helada. Allí fuimos conscientes de lo complejo que es la industria editorial. De lo complicado que es editar un libro y de la vocación que hay que tener para escribirlo. Solo en no-ficción, cada año se publican más de 3000 títulos en el estado español. Y salvo que seas un autor mediático que cuenta sus batallitas, las expectativas de publicar un libro “denso” (con cientos de referencias y más de trescientas páginas como el nuestro) era imposible. Desolación.
En nuestro caso partíamos con un plus de dificultad. Por expreso deseo de Aina, escribimos el libro en catalán, pero con la sana intención de publicar simultáneamente catalán y castellano. ¿Para qué hacerlo fácil?
Teníamos claras tres cosas: que queríamos publicar el libro tal y que nos había apetecido escribirlo, que queríamos hacerlo en dos idiomas y que no queríamos auto-publicarlo. Llámalo orgullo, llámalo osadía del ignorante.
A todo esto, acompañando las primeras respuestas negativas, llegó una respuesta positiva. De entrada, nos pidieron una reducción importante de páginas. Más o menos un tercio del libro. Tengo que reconocer que nos hicieron un favor. Tuvimos que sacar el cepillo y emplearnos a fondo para reducir el número de caracteres. Fue doloroso eliminar algunas páginas, pero el resultado final lo agradece.
En paralelo, esa misma editorial nos envió el borrador del contrato. Y -oh sorpresa!- solo contemplaba la edición en un solo idioma. Pero lo peor y más sorprendente, por qué no decirlo, “sospechoso”: aceptaban publicarlo sin haber leído el original.
Simultáneamente, llegó la respuesta de Miguel Riera, de El Viejo Topo. Editorial veterana que era desconocida para mí. Llegué a ellos por cosas del destino. Uno de los libros más inspiradores que había leído en 2015 (‘Desconexión digital’ de Robert W. McChesney) y referenciado ampliamente en nuestro libro, había sido editado en castellano por ellos.
Nos pidieron el original y a las pocas semanas estábamos sentados en el despacho de Miguel, explicándole el porqué de nuestro libro. Miguel creyó en nuestro libro. Y nosotros en su olfato editor.
Nos contó los detalles del contrato estándar. Básicamente hay que superar un determinado nivel de ventas de ejemplares para cobrar un porcentaje. Y luego determinar el número de ejemplares de cortesía, calendario y poco más. Todo aceptable para quienes el solo hecho de que se les publique “su” libro, ya es la recompensa.
Llegamos a las galeradas en julio de 2016. Primero en catalán. Las entregamos revisadas en septiembre, juntamente con la traducción al castellano, que fue más compleja y pesada de lo que pensábamos. Después el ejercicio de diseño de la cubierta, con algunos primeros intentos fallidos y con un resultado mejorable.
Y por fin llegaron los libros. Fue la semana pasada. Una sensación especial tenerlo en la mano. La tentación de abrirlo y empezar a encontrar defectos.
Dicen que tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro es fácil. Que lo difícil es criar un hijo, regar el árbol y que alguien lea el libro. Quizás sea así, aunque me parece que lo más difícil es que una editorial decida publicarlo
¿Y lo mejor? El aprendizaje compartido, capaz incluso de provocarte ciertos replanteamientos vitales. No está mal para ser el primer libro 😉
Si tienes interés en el libro, algunos de los sitios donde comprarlo: La Casa del Libro, Fnac, El Viejo Topo, Marcial Pons, Agapea, Teran Libros, Proteo y Prometeo, Elkar, Amazon.