La Recording Industry Association of America (o RIAA) al igual que la Santa Inquisición, una institución creada por el pontificado en la Edad Media para localizar, procesar y sentenciar a las personas culpables de herejía, se ha empeñado en afrontar los últimos coletazos del dinosaurio de la música, a golpe de juicios ejemplarizantes y totalmente desproporcionados.
Cómo calificar si no, la condena de 220.000 dólares a una mujer que se bajó 24 canciones de Kazaa. La víctima o cabeza de turco -Jammie Thomas- deberá hacer frente a esta salvajada, cediendo el 25% de su sueldo… ¡de por vida!
En un acertado artículo (de carvernícolas y revolucionarios) Baquía presenta a una industria musical desesperada y nostálgica de tiempos mejores, que nunca volverán. Afortunadamente.
Pero efectivamente hay esperanza. En el otro lado de la balanza, el grupo Radiohead anunció a los internautas que podrán descargar los temas de su último álbum a través de su página. Y atención, pagando el precio que el consumidor considere justo. Un excelente precedente. Esperemos que cunda el ejemplo.
Algunos, aunque no lo saben o no quieren admitirlo, son muertos vivientes. Lo único que están consiguiendo es provocar a los consumidores y retándolos a saltarse el corralito. Sólo falta organizarse un poco más vía blogs y difundirse vía word-of-mouth, y el consumidor boicoterá la compra de CDs. Para siempre.
¿Alguien duda de cuál será el final de esta historia?