la burbuja de la formaciónEste es uno de aquellos post al que llevo dándole vueltas hace tiempo. Empezaré por el final: hay una enorme burbuja en la industria de la formación, que viene de lejos, y uno de los efectos más visibles es la conocida titulitis.

Hace unos meses circuló una entrevista a Laszlo Bock, vicepresidente de Recursos Humanos de Google, en el New York Times que impactó a mucha gente. Una de las conclusiones era (es) que “La proporción de trabajadores de Google sin título universitario no para de crecer” y que “El expediente académico no sirve para nada”. Una evidencia más de la titulitis y de la burbuja de la formación.

Como ya escribí (‘Bienvenida Tercera Revolución Industrial’), seguimos con el marco mental de la 2ª revolución industrial. El problema no es solo de una política educativa errónea, “Construimos un sistema educacional –todavía vigente- para proveer de mano de obra trabajadora, acostumbrada a no desafiar nunca a la autoridad, estudiantes amenazados a no compartir información con sus compañeros. Un Taylorismo educacional que se desmorona ante una generación nativa digital que ya es consciente que el ‘empleo para todos’ es imposible, que la información se enriquece cuando se comparte, etc.”

¿Cómo reacciona el sistema?

  • Fatal. Como cualquier mercado regulado que se siente amenazado de muerte. En concreto el sector universitario, es una industria enferma. Una auténtica burbuja, saturada de oferta que tiene todos los números para explotar.

¿Cuál es el panorama de la burbuja?

  • Es un mercado regulado, que cualquier cosa que suponga competencia, realidad de mercado, outsiders o disrupciones, es pura ilusión.
  • Los campus universitarios como negocio (La burbuja universitaria se pincha). Los campus convertidos en granjas de engorde, con una demanda ficticia y desconectados de la realidad de mercado.
  • Saturación de oferta. Es escandalosa la oferta universitaria. El mapa de títulos de grados universitarios es inmanejable y está desbocado (2.000 títulos en el conjunto del Estado y  «solo» 600 en Catalunya). Es imposible para cualquier persona sensata.
  • Corporativismo académico. Claustros docentes, funcionarios o no, fijos o asociados, más preocupados en perpetuarse y seguir produciendo clases, porque “con las cosas de comer no se juega” (sic)
  • Desconexión con la realidad social y el mercado. La desconexión es múltiple. Los alumnos que hoy se sientan en las aulas universitarias tienen poco o nada que ver con los que había hace pocos años. Sobre los contenidos, desconectados de la realidad, desfasados o desactualizados, cuando no, planes de estudios de vergüenza ajena.
  • Modelo económico inviable. Nadie se atreve a contar la verdad, pero las universidades públicas son inviables. La emergencia financiera, no es una cuestión de recortes. El problema es de estructuras dinosáuricas y endogámicas, mala gestión, competitividad mal entendida, vivir de espaldas a la realidad,..
  • Arrogancia académica. Es lo peor. En general, al mundo académico le falta más humildad y menos autarquía intelectual. En realidad esto los inhabilita para encontrar la solución al problema
  • Y un gran drama: exceso de titulados (‘Casi la mitad de los titulados universitarios ocupa un puesto de trabajo de cualificación inferior’)
  • Se trata de un problema generalizado (la burbuja universitaria en EEUU) y no está tan claro que el esfuerzo y el coste, sea recompensado en el futuro.

 ¿Solución?

Desde luego no tengo la solución, pero me agarro a seis consideraciones, que repito a mis hijos y a mí mismo:

  • Gestión de expectativas. Nadie puede confiar en un grado universitario para que le capacite para un oficio que todavía no existe. Y si alguien lo supiera de antemano, la universidad sería al último sitio donde acudir para aprenderlo
  • Centrarse más en metodología y –muy especialmente- en actitud, infinitamente por encima de los contenidos. Al fin y al cabo, “se estima que el conocimiento de la Humanidad se multiplica cada 14 meses”.
  • Estudiar es una inversión rentable. El qué, cómo, cuándo y dónde, es otra cuestión. Juan Carlos Cubeiro aconseja “invertir al menos el 30% de tu presupuesto anual al desarrollo de tu talento… en cursos de formación, coaching, libros, vídeos, en viajes de aprendizaje, en todo tipo de experiencias vitales para crecer personal y profesionalmente”.
  • No hay que dejar de estudiar. Lifelong learning
  • Olvidarse de la titulitis, centrarse en tu proyecto vital y crear tu propio territorio
  • Ante la falta de humildad y la autarquía intelectual, la mejor opción es mente abierta.

¿Y sobre las escuelas de negocio? Bueno, eso quizás lo dejamos para otro post.