Trabajando en una agencia de publicidad es habitual convivir con los concursos que organizan los anunciantes para seleccionar agencia.
Es la forma habitual de ganar (y también de perder) clientes. Así de sencillo y así de difícil.
Estar invitado a un concurso es considerado habitualmente como una oportunidad de hacer crecer tu negocio de agencia. Pero es un arma de doble filo.
Para las agencias pequeñas o incluso medianas, como QuinTeam, supone una decisión y un esfuerzo notables. Porque las estructuras están ajustadas en función del trabajo y clientes habituales, y a diferencia de las grandes agencias –que pueden dedicar equipos enteros- tienes que decidir si te presentas o no, qué recursos humanos dedicas sin dejar desatendidos a tus clientes, a los que pagan. Por eso es una decisión delicada e importante.
De forma muy resumida, la decisión de presentarnos a no a un concurso viene determinada por el potencial de negocio futuro del cliente (más o menos explícito en el briefing), la capacidad interna abordar el concurso en condiciones (dedicar a gente con talento sin dejar a ningún cliente abandonado) y las posibilidades reales de ganarlo (si es un concurso transparente, etc.…).
Los concursos son trascendentales en el devenir de la agencia. Económicamente porque nuestra inversión pocas a veces es inferior a 15000 € (habitualmente superior) y emocionalmente, porque por más curtido y experimentado que esté el equipo, no ganar un concurso supone un “palo” emocional. Esto sí, ganarlo es motivo de celebración.
Por eso cuando te presentas a un concurso en el que honestamente crees que lo has hecho muy bien, que técnica y creativamente has presentado una propuesta de muy alto nivel, pero no ganas, hablas de injusticia. O que los competidores lo han hecho mejor que tú.
Hace unos meses creímos ganado un concurso. Por ilusión, energía, dedicación e inversión, lo merecíamos. Cuando nos comunicaron el veredicto, la desilusión y el enfado fueron de grandes proporciones. Especialmente cuando más tarde vimos la campaña ganadora publicada. Una injusticia, dijimos.
La semana pasada me comunicaron el resultado de dos concursos para clientes muy importantes –espero- para el futuro de QuinTeam. Cuando escribo este post, el equipo sólo sabe el veredicto de uno de ellos. Jaume, el director creativo de la oficina de Barcelona me hablaba de justicia poética cuando se enteró.
Del otro concurso, él y el resto del equipo lo sabrán hoy. ¿Qué mejor forma de empezar la semana?