La lectura de ‘Los jóvenes ya no se aburren’ es para reflexionar. El autor afirma que no se producen más revoluciones porque los ‘jóvenes’ están más ocupados en conectarse a las redes que participando en la realidad.
Puede que comparta con el autor la extrañeza por la poca efervescencia juvenil ante el deterioro del panorama social, con especial crudeza entre la población juvenil. No obstante y contrariamente a lo que dice el autor, no creo que el ciberespacio sea el destino del escapismo juvenil. Su ‘coartada’, el ciberespacio (concepto muy del siglo XX), es una realidad, tan ‘real’ como la ‘física’. Puede que mucho más real y trascendente de lo que entiende (o reconoce) el escepticismo analógico del poder, la mayoría de los políticos, empresarios incluídos.
No quiero parecer tecno-optimista pero daba por superado este debate desde hace tiempo, a estas alturas ¿de verdad importa?
Para los que, como el autor, piensan que los jóvenes, autocomplacientes, no montan ninguna revolución porque ya están entretenidos con sus dispositivos móviles, habría que recordarles que:
- Cosas obvias. La realidad (también) es tan digital, como para muchos lo es exclusivamente la ‘física’. La «normalidad digital» no es solo hablar de ecommerce o inversión en publicidad online, afortunadamente va más allá. Hoy la realidad también es lo que sucede en el «lado digital» de nuestra existencia. Que nadie lo dude.
- Lo digital es social, cada día va a más. Eso supone mayor capacidad de compartir información, mayor heterogeneidad de opiniones, mayor difusión y multiplicación. No hay mayor caldo de cultivo que ese
- La influencia de lo digital aumenta: aunque el establishment lo ignore o intente controlarlo infructuosamente.
- El activismo, íntimamente ligado a lo digital, crecerá y muy probablemente se endurecerá.
- Puede que las ‘revoluciones’ de hoy ya no sean como las pasado. No cortan calles, tampoco asaltan bancos,… pero consumen redes sociales o wikileaks mientras nos obsequian con su indiferencia
- El peso demográfico de los nativos digitales crece y acabará eligiendo a sus propios líderes… con el sistema actual o con un nuevo sistema.
Lo peor de este menosprecio hacia una juventud, injustamente etiquetada de autocomplaciente y supuestamente sedada con el “Panem et circenses” digital, es que hablamos de algo serio, del futuro.
Recientemente, con la puesta en marcha de xnergic (comunidad para fomentar vocaciones tecnológicas entre adolescentes) he podido comprobar varias cosas. Primero que el nivel tecnológico de los adolescentes de hoy, es enorme. Y segundo, no solo por lo que ya saben hacer, sino porque cuando algo les motiva aprenden a un ritmo vertiginoso. Así me lo han confirmado los propios monitores tecnológicos de xnergic. Y eso aplica tanto a los grupos de entrenamiento de robótica como a los de programación de videojuegos. Por no hablar de un grupo de chavales de 14 años, hipermotivados para aprender a programar en Java. Lo que estamos viendo no tiene nada que ver con ni-nis, adolescentes pasotas o ensimismados.
El hecho que cuestionemos permanentemente a los jóvenes, no deja de ser una señal inequívoca de cuán diferentes somos y lo poco que los entendemos. Quizás el problema es que una mayoría –todavía- no es capaz de entender, ni conectar con esa realidad que tanto ocupa a esos jóvenes.
Sólo hay algo claro y fuera de toda discusión, ellos (los jóvenes) son el futuro y es justamente eso lo que están fabricando. Por tanto puede que sean los “demás”, los que siguen aferrados al mundo que a ellos les conviene, los que empiezan a estar fuera de juego. Un mundo que no termina de morir y que parece despreciar a los jóvenes porque no son capaces de alzarse como se hacía el siglo pasado.