Al hilo de un debate en el CCCB (Centre de Cultura Contemporània de Barcelona) que tendrá lugar en unos días, en la jornada sobre I+D+i Multiplataformas, la organización me ha pedido que agite brevemente el foro, acerca de las “generaciones digitales”.
Demasiado a menudo nos obsesionamos por etiquetar a las diferentes generaciones a base de criterios demográficos y generalizando algunos de sus caracteres. Ahí están la generación Y, la generación X, se habla de los nativos digitales,…
No me parecen ni bien ni mal. Para empezar tengo varias frases inspiradoras en mi cabeza, leídas o escuchadas, que me ayudan a definir con diferentes matices, el fenómeno más allá de las variables socio-demográficas.
«La mayoría de jóvenes no son ‘nativos digitales’ sino ‘huérfanos digitales’. Crecen en la red sin sus padres»«(Genís Roca)
«For young people, electronic communication is not about technology, it’s just life» (Larry Rosen)
«Cada vez que la prensa escribe los “internautas” siento que hacen un examen zoológico« (Gonzalo Martín)
En la red abundan los egos, pseudos gurus y gente con actitud tóxica. También usuarios con actitud inocente que se exponen a la cara B de la red (arriesgan privacidad, su dinero,…), pero quiero pensar que prevalece la gente con ganas de aprender, explorar, colaborar y compartir.
También están los ‘obligados digitales’. Son numerosos y usan con cierta asiduidad la red, convencidos de la necesidad, pero más por obligación que por devoción. Son fáciles de identificar. Muchos de ellos aprovechan cualquier resquicio para alarmar acerca de esa cara B, de forma tan machacona como torcitera y estéril. Algunos de ellos si algún día prohibieran Internet, respirarían aliviados.
Es cierto que vivir enganchado a la Red tiene peligros objetivos (infoxicación, webaholic …). Pero también tiene efectos terapéuticos. La Red ha superado la etapa en la que era considerada un anhelado El Dorado, para pasar y convertirse en la protagonista, principal o secundaria, desde donde empiezan la mayoría de los movimientos sociales y -por supuesto- los nuevos negocios. No es casual, la gente usa las herramientas que le facilitan la vida, y la ‘sociedad’, ‘los negocios’ están donde está la gente.
Es un lado hiper competitivo de la vida, de la lucha fratricida por captar la atención. Donde pocos son los que ganan mucho, muchos malviven y otros muchos -la mayoría- sobreviven en una extensa gama de grises de comodidad.
Además de los geeks y freaks habituales, hay una parte relevante de la población que son usuarios que ven y usan la red como una ventana de practicidad, donde también pueden liberarse puntual o permanentemente de la subyugación del establishment. Encarnado habitualmente por los grupos media tradicionales, que apoyándose con mayor o menor pericia en su acercamiento a la red, intentan vender lo políticamente correcto, el pensamiento prefabricado o directamente el adoctrinamiento ideológico con bochornosas campañas.
Somos muchos y eso augura un buen futuro. De amplio rango. Con algunas distinciones de edad y género, pero conformando un grupo numeroso de hombres o mujeres, padres, hijos e incluso abuelos, que buscamos divertirnos y socializarnos, expresarnos sin tapujos, de conectarnos al mundo y de aprender. Usamos intensamente la red, a diario y sin complejos. Somos -ante todo- irreverentes digitales e internet forma parte inalienable de nuestra vida.
Cuando algo no nos gusta, nos parece malo o injusto, lo denunciamos. Eso duele, pero no nos escondemos, ni guardamos silencio. Conversamos y nos escuchamos los unos a los otros, y seguimos haciendo más caso a las recomendaciones y comentarios de nuestros amigos, que al dictado oficial de las marcas o de las instituciones.
La única diferencia dentro de esos irreverentes digitales, es que algunos hemos vivido, trabajado o estudiado en el mundo pre-internet. Eso marca mucho. Lo suficiente para creer que el mundo hoy, es muy diferente. Más peligroso, rápido, efímero, competitivo, pero en el que también hay más oportunidades y más libertad.
Y sí, necesito decirlo, el futuro es de los irreverentes digitales.