Echando mano al Diccionario María-Moliner, como definición de ‘inspiración’ me viene “hacer con palabras o de otra manera, que alguien conciba cierta idea o propósito. También hacer surgir a alguien ideas creadoras o sentimientos”.
La inspiración es un resorte antiguo de la condición humana. En la historia han existido afamados líderes que han inspirado a las multitudes y a generaciones enteras. Los líderes inspiradores son especialmente apreciados cuando surgen en momentos de adversidad. Como Franklin Delano Roosevelt.
El que fue el 32º Presidente de EEUU en noviembre de 1932, en un momento en que se enfrentaban a una durísima recesión económica arrastrada desde la Gran Depresión en el que la moral de los norteamericanos estaba por los suelos, supo erigirse como líder inspirador. Su famoso discurso de toma de posesión se convirtió en punto de inflexión en el destino de EEUU y algunas de sus sentencias quedaron para siempre en la cultura popular como la frase “A lo único que tenemos que temer es al temor mismo”.
Casi ocho décadas después, muchas cosas han cambiado, aunque en una sociedad con exceso de información resulta que seguimos necesitando del gesto inspirador de otros, para seguir construyendo y avanzando en momentos difíciles.
Desde que el fenómeno Obama irrumpió en la escena pública mundial, la política y el branding se han transformado para siempre. Su visión, su modo de actuar, la articulación de su mensaje, su falta de convencionalismos y el cómo asume riesgos. Un cocktail, que una vez mezclado, distingue a aquellos individuos diferentes, líderes carismáticos e inspiradores.
El fenómeno Obama ha sido profundamente diseccionado y estudiado. Por eso cuando recibí el libro de Rahaf Harfoush ‘Yes We Did’ de la editorial, pensé “otro”. Pero tengo que reconocer que es interesante, seguramente porque se trata del relato de una joven voluntaria desde las trincheras digitales de la campaña de Obama y sus interesantes reflexiones de cómo parte del modus operandi de la campaña se tienen que extender al gobierno.
La técnica es importante, pero no lo es todo. Si el cambio sólo es cosmético, pero la actitud, los valores, persisten los de siempre, no cuela. La evolución no prospera. Lo vemos a diario en la política y también el mundo de la empresa.
La conclusión es clara, me temo que inspirar es cada vez más caro. La inspiración 1.0 basada en el “estilo broadcast” es prácticamente imposible. Aunque sé que algunos criticarán la perversión de mi uso del concepto 2.0, tanto como otros harán lo propio porque quizás contribuyo a alimentar el “maoísmo digital” (término que escuché por primera vez hace pocos días).
Voy a decirlo igualmente. Creo que se impone una inspiración 2.0, entre iguales, basado en conversaciones, con respuestas, con matices. El timeline de la inspiración es fundamental. Hay que seducir a diario. Con palabras y con hechos.
En un mundo del mashup, de lo híbrido, del copy&paste, del cambio, de lo efímero, me vienen a la cabeza personajes relevantes. Más o menos inspiradores. Uno es ZP quien quemó sus naves hace mucho tiempo. Y sus actos, parecen más fruto de la desesperación demoscópica, que de su instinto personal. Sino no se entiende cómo es capaz de pedir ajustes de cinturón a la economía española… para que al día siguiente se ponga a regar con dinero su feudo electoral andaluz, todo un brillante ejercicio de inoperancia comunicacional … e inspirador en lo negativo.
Nuestra orfandad de gente inspiradora es fácil de demostrar. El hecho de que tenga que ser un entrenador de fútbol (Pep Guardiola) una de las principales fuentes de inspiración, es sinónimo que algo no va bien. No es que sea un hecho insólito, al fin y al cabo los líderes inspiradores lo son por lo que hacen, y también por su intensidad y por la trascendencia para la gente. O lo que es lo mismo, porque lo demuestran.
El problema es que el liderazgo y el carisma tienen que ser auténticos. Se tiene o no se tiene. Roosevelt lo tuvo, Obama o Guardiola también. ZP no. La tramoya del mundo broadcast, permitía seducir e inspirar en un instante. En un mundo dominado por los social media, una marca comercial quizás todavía podría sobrevivir sin los social media, un líder, ya hemos comprobado que no.
Por último y como corolario, por más técnicas que aprendas, por más disciplina que te apliques, mejorarás -puede que mucho-, pero nunca serás algo excepcional a la altura de la liga de las personas extraordinarias. Esas personas inspiradoras, hoy en día, difícilmente pueden surgir de fuera de las trincheras del activismo digital.