Cuando uno lee la prensa general (la deportiva es otra cosa) corre riesgo de acabar ligeramente desquiciado. Aún esquivando la sección de política, uno puede acabar dudando si es de día o es de noche…
Me fastidió bastante leer el pasado domingo un titular de La Vanguardia (sección economía) afirmando que “Internet alimenta otra burbuja. Proliferan las empresas sin ingresos ni beneficios que sólo aspiran a ser adquiridas”.
Siempre habrá emprendedores con la intención de montar un chiringuito, venderlo a algún grande que afloje unos cuantos millones y salir corriendo. Pero los tiempos de la burbuja puntocom han pasado. Casi diez años han sido suficientes para alcanzar una etapa de madurez. Se han cometido muchos errores ¿en qué industria no?
Algunos aprovechan la mínima ocasión para contaminar con sus apocalípticas visiones de burbujas fantasmas. ¿Acaso perdieron mucho dinero especulando en bolsa? o ¿ven peligrar sus púlpitos 1.0?
No les quedan argumentos ni a los más escépticos. 1.000 milllones de usuarios conectados en la Red es un argumento definitivo. Eso significa una audiencia publicitaria potencial de muchos quilates.
El comercio electrónico y la publicidad son las palancas que hacen funcionar la Red. En cuanto a la publicidad –y a pesar del desequilibrio histórico entre audiencia e inversión- se va consolidando con gran fuerza. ¿Hay alguien que no lo vea?
Y sí, seguramente la tarta publicitaria no da para tanto…. ¿pero quién ha dicho que saldrán ganando los medios tradicionales?
No, no hay una segunda fiebre del oro en Internet. Puede que algunos no quieran enterarse que el tablero de juego está cambiando. También sus reglas. Pregunten si no a la industria discográfica o al sector viajes…
No hay que confundir las cosas. Como decía Marc Andreessen (creador de Netscape) “lo que algunos llaman burbuja no es otra cosa que el deseo racional de estar sentados en primera fila cuando llegue el futuro”. Seguro que Andreessen no se ha visto enredado en la crisis de las subprime. Él sólo se refiere a los que intentan ganarse la vida, creando productos o servicios innovadores o haciéndolo de un modo diferente de lo hecho hasta la fecha. Eso no es especular, es innovar.
Algún día –como dice Alfons Cornella– será imposible gestionar una empresa sin gestionar la variación del cambio, es decir, sin innovar. Entonces veremos, como mayor claridad, quien innovaba y quien especulaba.
Sobre quiénes contaminan, Sam Palmesano presidente de IBM (vía columna de P.Nueno también en LaVanguardia) tiene sus propias ideas: “Tengo la convicción de que la economía del mundo está bien pero entre los bancos y los titulares de prensa se la pueden cargar”.
Que cada cual saque sus propias conclusiones sobre quién innova, quién especula y quién contamina.