Leía en BusinessWeek el artículo de David Holtzamn “Human ID chips get under my skin” a raíz de la aprobación de la FDA del proceso de implantación en humanos de un chip debajo de la piel con fines de identificación, desarrollado por la empresa VeriChip.
El VeriChip es un dispositivo de radio frecuencia (RFID), de 1 cm de largo por 2mm de diámetro, encapsulado en cristal con una cubierta de polipropileno, para evitar que el dispositivo se mueva del lugar donde se coloca. El procedimiento de implante se realiza en pocos segundos y es indoloro. O al menos eso dicen.
El artículo cuestiona por diferentes motivos la implantación de este sistema. Las razones son numerosas y variadas: efectos secundarios para la salud, privacidad, riesgo de hacking y uso indebido, falta de consentimiento,..
Además de las aplicaciones para la salud, a la gente de marketing nos llama la atención otras aplicaciones.
Por ejemplo, la localización de personas dentro de un espacio, con el fin de automatizar instalaciones que requieran de una elevada seguridad y –mi preferida- la sustitución del plástico de la tarjeta de crédito, evitando de esta forma el fraude pero con sentido práctico. Según parece en Alemania, ya existe un supermercado, donde el cobro es automático por medio de VeriChip.
Y ahora un ejemplo de signo bien distinto. La iniciativa lanzada, ya hace tiempo, por la discoteca de Barcelona Baja Beach Club. En ella para poder acceder al sector vip se debe contar con el chip, el cual permite además, pagar las consumiciones sin necesidad de llevar dinero encima.
Seguro que en este caso, el uso del VeriChip asociado a un sentimiento de exclusividad y pertenencia, no ha sufrido las mismas críticas que su utilización para control, y sin embargo su función es muy similar.
Queda por ver si cual será la aceptación del chip en un futuro próximo. Aunque las películas futuristas lo vean como algo inevitable, sinceramente lo dudo. Incluso sabiendo que numerosas aplicaciones en telefonía móvil ofrecen beneficios similares que el citado chip (identificación, monedero, localización)…. Claro que mientras siempre nos queda la opción de apagar el móvil, en el chip no.
Los defensores afirman que su aceptación será sólo cuestión de tiempo. En cambio los detractores, sólo argumentan su particular visión apocalíptica y orwelliana.
No me decanto ni en un sentido ni en otro. Sin embargo no invita al optimismo el hecho que se plantee implantar el VeriChip en los miembros de la capa inferior de la pirámide de poder de la sociedad (enfermos de Alzheimer, personas mayores, inmigrantes, bebés o los soldados de bajo rango). Desde luego hace desconfiar de la naturaleza de sus intenciones…