(albert garcia pujadas)
Es una forma diferente de gestionar el marketing. Necesario para aquellas empresas que consideran el consumo de su producto o servicio como una experiencia.
Es evidente que esto se lleva haciendo desde hace años, pero de una forma intuitiva. A causa de la competitividad entre las empresas y el hecho de que –como dice Rifkin- cada vez pagamos más por las experiencias que por las cosas en sí mismas, ha provocado le necesidad de hacerlo de forma ordenada y con una metodología contrastada que aporte rigor.
La necesidad de tomar como eje la “experiencia” que tiene el cliente con nuestro producto y servicio, surge -como decía- a causa de la elevada competencia de los mercados. Saturación de productos, con características y beneficios funcionales muy similares, todos ellos con buena calidad y con una imagen positiva. Ante este panorama ser la elección del cliente es cada vez más difícil. El cliente lo sabe y sigue exigiendo más y más valor.
Bajar precios, campañas de promoción cortoplacistas, acaban maquillando temporalmente la situación, pero erosionan la cuenta de resultados y dejan una herencia en el mercado que nos acabará pasando factura. Al final la única forma sostenible de incrementar el valor percibido sólo se puede conseguir mejorando la experiencia del cliente. Para acabar convirtiendo a tu marca en “proveedora de experiencias” se exige una forma distinta de acercarse al mercado. Y es recomendable no confundir con hacer campañas de publicidad más o menos emocionales.