Hace unos años fui fan de Nokia. Sólo cambiaba de modelo si el siguiente era también de la marca finlandesa. De eso hace un par de móviles, después vino un HTC, uno de los primeros modelos con Android –desesperadamente lento y problemas con su teclado virtual- y por último un iPhone 3GS. No soy un fanboy de Apple, pero no me duelen prendas en admitir que es de lo mejorcito que he probado. Mientras, en mi entorno, sólo repite Nokia mi madre de 70 años. El último lo estrenó hace pocas semanas. Le costó 20€ y canjeó todos los puntos de su operadora de telefonía.
Todavía recuerdo mi último Nokia el E71, como perdió velocidad en su primera actualización de sistema operativo y como me indigné el día que me enteré que pretendían cobrarme por usar sus mapas. Hoy ya son gratis (OVI mapas).
Que Nokia sea todavía el líder mundial de telefonía móvil, me importa muy poco. Que aún controle el 40% del volumen de mercado de los teléfonos inteligentes, tampoco. Nokia no funciona como se supone que funcionaba antaño. Su cuadro clínico demuestra una serie de síntomas evidentes.
Es cierto que en 2009 vendió 440 millones de teléfonos, pero en los que dan menos margen. En los de mayor margen –los smartphones- las últimas cifras de ComScore, demuestran que Nokia había perdido un 14,4 % de cuota de mercado que ganaron fundamentalmente iOS y Android.
Hace diez años su valor en bolsa era de 300.000 millones de €, hoy es de. 30.000 millones de euros! Sólo en el último año, según el ranking Interbrand, ha pasado del 5º al 8º puesto y con una pérdida del -15% de su valor, sólo en términos de valor de marca.
Su gran talón Aquiles no ha sido necesariamente el hardware, que siguen lanzando cerca de 40 modelos año, sino su sistema operativo. Se han dormido en los laureles y van con años de retraso en un mercado hipercompetitivo donde cualquier traspié puede resultar fatal.
La nueva generación recientemente presentada, descarta adoptar el Android. Su penúltima bala es la nueva versión de Symbian 3 (para muchos ya obsoleto). Symbian era una plataforma cerrada, propiedad de múltiples fabricantes que decidían conjuntamente acerca de su desarrollo, lo que ralentizaba espectacularmente los avances, hasta que Nokia la adquirió, liberándola. Hoy en un plataforma abierta aunque quizás demasiado tarde para competir con iOS y Android. MeeGo, basado en Linux es la última esperanza (MeeGo contra Android y iPhone iOS).
Creo que Nokia vuelve a equivocarse apostando por Symbian 3 y lanzará en los próximos años 50 millones de teléfonos inteligentes con ese sistema operativo. Aunque me temo que pocas esperanzas hay. Hace pocos días la compañía presentó tres nuevos aparatos con Symbian 3, entre ellos el N8. «El N8 es un hito para nosotros» decía Anssi Vanjoki, el responsable del segmento, quien horas después, anunció que renunciaba al cargo.
La historia de Nokia parece la de una potentísima compañía cuyo aburguesamiento con el sistema operativo, su falta de cintura hacia el segmento más Premium (de smartphones), juntamente con el ‘desprecio’ por competidores como Apple (iPhone), RIM (Blackberry) y Google (Android), puede costarle muy caro. Han ido permanentemente a remolque. Su estrategia digital con Ovi, el ecosistema de aplicaciones y descargas, puede considerarse un fracaso.
Nokia se ha dado cuenta que no está bien, de ahí el cambio de Presidente y CEO. El canadiense Stephan Elo (que viene de Microsoft) intentaré salvar a la compañía (Nokia declara la revolución). Mirando el video de la última presentación estelar de las novedades de Nokia (Nokia World – Keynote on September 15, 2010) que acompaña este post, no ví ningún atisbo de entusiasmo. Ni en los presentadores, ni en el público. Es una buena escenificación de su declive.
Por primera vez en su larga historia, la compañía finlandesa no ha sido capaz de reinventarse a sí misma. Algo que parecía formaba parte de su ADN, sólo así se explica que una compañía que nació como fábrica de pulpa de papel se llegara convertir dos siglos más tarde en pionero en la digitalización de los servicios de telecomunicaciones y líder mundial en la fabricación de teléfonos móviles. Nokia ha sabido crecer durante muchos decenios, asumiendo riesgos en un mundo que cambiaba a un ritmo más lento. La pregunta es si el gigante finlandés será capaz de reconocer sus errores de estrategia, reaccionar a tiempo y escribir su propio guión. De momento, el reciente anuncio que Nokia creará su propio Street View en 3D dice poco a su favor. Ojalá llegue a tiempo.