Los que llevamos conectados muchos años podemos tener la tendencia, por intereses o por aburrimiento, a afirmar que el proceso de digitalización ha madurado y que estamos en pleno proceso de transformación digital.
La pregunta es, ¿en qué punto estamos? ¿al principio, en medio o al final? La respuesta es depende… en que momento estés del ciclo de adopción de la tecnología. Ni más ni menos.
Empezaré por el final. Muchos gurús insistiendo en dar por inaugurada la era post-digital. Cuando lo digital está profundamente integrado en el conjunto de nuestras interacciones cotidianas. Momento en el obviamos la diferencia entre lo digital y lo no-digital. Señal inequívoca de haber integrado lo digital en nuestra vida, pero también una forma de admitir que lo “post-digital” no es el fin de la era digital, sino solo el comienzo del principio de la misma.
Vayamos por partes. Hay que reconocer que la incorporación masiva del internet móvil, fundamentalmente gracias al 3G, ha supuesto pasar a estar siempre conectados y en casi todas partes (el famoso always on) siempre que tenemos cobertura o acceso wifi. Pero estar conectado no significa necesariamente estar digitalizado.
Como apunta Dennis Wetzing en todo caso estamos en una fase de la digitalización del mundo real, pero no necesariamente transformándola digitalmente.
Es decir, la gran mayoría de los conceptos del mercado masivos, perdurables y exitosos han implicado digitalizar el mundo real. Comprar, consumir info, publicar anuncios clasificados, leer libros,… Mayoritariamente son cosas que ya se hacía antes de la llegada de Internet. Este cambio nos ha traído ventajas que han convencido a muchos millones de usuarios: que ahora es más fácil, más barato, más cómodo, accesible y tal vez más social. Pero en su esencia no son más que actualizaciones de los viejos conceptos a un nuevo canal.
Creo que casi todas las interacciones y los productos que conocimos en el mundo pre-web, que era potencialmente digitalizables, se han digitalizado. Y prácticamente siempre, la versión digitalizada mejora total o parcialmente, el concepto original.
Los cambios verdaderamente profundos empiezan cuando la gente desarrolla nuevos valores y comportamientos en un mundo online. Primero en la era del acceso (de CDs a iTunes –implica posesión- a Spotify – solo acceso) y más recientemente la era de la colaboración (del vehículo de alquiler al P2P). En el que los valores de ‘propiedad’ empiezan a quedar obsoletos y empieza a producirse una auténtica transformación digital.
Para expresarlo con otras palabras: hay cambio de paradigma cuando pasamos de la ‘propiedad’ al ‘acceso’ gracias a las tecnologías digitales. Pero esa transformación es más profunda cuando del ‘acceso’ pasamos a la ‘colaboración’, que implica la omnipresencia de las tecnologías digitales y a un cambio en los sistemas de valores.
El problema es que el cambio no es uniforme en toda la población, ni tan siquiera en las organizaciones. Sigue cumpliéndose el ciclo de adopción de la tecnología. Seguirán habiendo usuarios ‘innovadores’ o ‘early-adopters’ que ya están en plena etapa postdigital. En los que la disrupción digital convierte su dieta digital en más física. Con un creciente complejidad de su ecosistema digital (personal u organizativo). Dispositivos que te ayudan a sortear el tráfico de la ciudad o gestionar mejor el consumo energético de casa. Por no hablar de la incorporación de dispositivos wearables como tecnología habitual para tener una vida más saludable y vivir más años. No solo para medir de ejercicio físico diario o la calidad del sueño, también para controlar la calidad de los alimentos o medir su cantidad de sal.
Todo ellos conviviendo con personas u organizaciones más conservadoras o escépticas, que problamente nunca comprarán por internet o que siguen teniendo problemas para manejar un ordenador o un teléfono móvil.
Afortunadamente no todas las personas somos iguales, tampoco las organizaciones, ni los mercados. Sería todo demasiado fácil 😉