Hace un par de meses me regalaron un lector de ebooks. En concreto el Papyre 6.1, de Grammata, para mi sorpresa ‘made in Spain’. Tengo que reconocer que no tenía intención de adquirir un lector hasta dentro de un tiempo, por aquello de obsolescencia galopante en la electrónica de consumo, pero al caer como regalo, pues eso.
La primera impresión es de un artilugio un poco austero, algo ‘soviético’. Sin lucecitas ni brillos y acostumbrado a las pantallas de color, táctiles, la experiencia iniciática resulta poco entusiasmadora.
El lector venía con una tarjeta SD con 1000 libros de regalo. Inicié la lectura de alguno de ellos. No eran títulos que me apeteciera leer con locura (la mayoría son clásicos), pero lo hice. Semanas más tarde empecé a buscar en la Red, sitios web con títulos más atractivos para mis intereses. Encontré poco o nada. Pocos títulos y extrañamente caros en su edición digital respecto a la edición papel. Sorpresa relativa, para que engañarme.
Siguiendo con la experiencia de uso de mi Papyre 6.1, mi primera teoría había sido que los lectores triunfarían en la literatura más técnica, tipo ensayo. Quizás menos exigente a la experiencia del papel, tacto, olor, etc… Tengo que admitir que después de las vacaciones, he cambiado radicalmente de opinión.
Pocos días antes de iniciar mis vacaciones localicé una web con cerca de 7000 títulos gratis, de todo un poco, pero mucha lectura contemporánea, incluido los best-sellers. -discúlpame que no publique su URL de este sitio, porque no quiero que la cierren-. La experiencia fue radicalmente diferente a como me la esperaba. La novela de ficción se lee francamente bien, y salvo algunos problemas en la puesta de páginas (párrafos partidos cuando no deben, cambios en las cajas, etc.), a los pocos minutos te olvidas que estás leyendo en un dispositivo electrónico. Sólo así se explica que me leyera cinco títulos en poco más de tres semanas… de los más de 30 títulos que me descargué gratis.
Si hubieran sido de pago, y a un precio razonable, me habría descargado menos, pero me los habría descargado igualmente.
Curiosamente, la experiencia con literatura técnica es muy incómoda y poco práctica. El cambio de páginas es lento, la imposibilidad (en mi modelo) de subrayar o anotar. Los puntos en capítulos anteriores que quieres revisar de forma rápida. Una experiencia poco satisfactoria. Eso y por supuesto unos precios desorbitados, una falta de oferta desesperante y algunos problemas de compatibilidad de algunos formatos.
Por eso, cuando hace unos minutos leía ‘Soy un libro y estoy en crisis’, sonreía. Habla de la crisis… del sector. Se aferran a un clavo ardiendo. Como cuenta Javier Rodríguez, es inviable “tiradas de 4.000 ejemplares, cuando la mayoría son devueltos por las librerías”. “Hay almacenes con 20 millones de ejemplares, de los cuales solamente rota el 20%”. Y además, “la industria papelera vinculada al libro es la tercera más contaminante del mundo” y el “80% del papel de los libros procede, de los llamados bosques primarios”
La pregunta es ¿a qué espera la industria editorial para transformar el modelo? Hablamos de canal de distribución, de producto, de precio,… Parece que no han aprendido suficiente con el tsunami que barrió a la industria discográfica.
Esto durará hasta que aparezcan nuevos actores en el sector editorial. Editores independientes capaces de identificar, editar y promocionar autores de interés. Editores capaces de comercializar títulos a un precio razonable… porque pretender vender la versión digital de un libro a 20€, cuando en papel y entregado en casa vale 30€, no cuela.