El libro El gran engaño de Mariana Mazzucato y Rosie Collington ofrece una crítica incisiva a la industria de la consultoría, subrayando su influencia negativa en la gestión de empresas y gobiernos. Las autoras argumentan que la dependencia de las economías modernas en firmas de consultoría como McKinsey & Company, Deloitte o KPMG obstaculiza la innovación, disminuye la responsabilidad empresarial y política, y dificulta la lucha contra el cambio climático.

A través de ejemplos concretos, el libro revela cómo estas empresas, que se presentan como fuentes objetivas de experiencia, en realidad fomentan un pensamiento a corto plazo y erosionan la capacidad de aprendizaje y el conocimiento especializado de sus clientes.

Además, Mazzucato y Collington defienden la necesidad de un sistema donde los sectores público y privado colaboren de manera innovadora para el bien común, enfatizando que externalizar la gestión de nuestras vidas no es compatible con mantener sociedades prósperas, democráticas y libres. En un contexto actual donde los desafíos globales requieren soluciones sostenibles y colaborativas, este libro resulta especialmente relevante al cuestionar prácticas establecidas y proponer un replanteamiento de las relaciones entre consultorías, empresas y gobiernos.

Dependencia de las consultorías: Un obstáculo para la innovación y la responsabilidad

En El gran engaño, Mariana Mazzucato y Rosie Collington argumentan que la economía contemporánea está peligrosamente dependiente de las grandes firmas de consultoría, como McKinsey & Company, Deloitte y KPMG, lo cual tiene consecuencias negativas significativas. Esta dependencia se manifiesta en varios frentes. En primer lugar, frena la innovación, ya que las consultorías tienden a promover soluciones estandarizadas y un pensamiento a corto plazo, lo que impide a las empresas y gobiernos desarrollar enfoques creativos y personalizados para sus desafíos específicos.

Además, al delegar decisiones críticas a estas firmas externas, las organizaciones pierden la oportunidad de fortalecer sus capacidades internas y su conocimiento especializado, lo que a largo plazo debilita su autonomía y capacidad de aprender y adaptarse.

Por otro lado, esta dependencia también nubla la responsabilidad empresarial y política. Las consultorías, al presentarse como fuentes objetivas de experiencia, pueden influir en las decisiones sin asumir las consecuencias de sus recomendaciones. Esto puede llevar a una falta de rendición de cuentas, ya que las organizaciones pueden culpar a las consultorías por decisiones fallidas en lugar de asumir la responsabilidad internamente.

Además, las consultorías suelen priorizar los intereses de maximización de valor para los accionistas, lo que no siempre coincide con el interés colectivo o el bien común.

Finalmente, Mazzucato y Collington sostienen que esta dependencia obstaculiza los esfuerzos globales para abordar el cambio climático. Las consultorías, al promover soluciones a corto plazo y evitar riesgos, pueden desincentivar las inversiones necesarias en tecnologías sostenibles y políticas a largo plazo que son cruciales para mitigar el impacto ambiental.

Por tanto, las autoras abogan por un replanteamiento de la relación con las consultorías, sugiriendo que tanto el sector público como el privado deben trabajar juntos de manera innovadora para el bien común, en lugar de externalizar la gestión de sus desafíos más críticos.

Impacto en la gestión y el conocimiento: La erosión de la autonomía organizacional

Mazzucato y Collington argumentan que las consultorías, percibidas como fuentes objetivas de experiencia, en realidad promueven un pensamiento a corto plazo y disminuyen la capacidad de aprendizaje y el conocimiento especializado de sus clientes. Este fenómeno ocurre porque las empresas y gobiernos que confían en estas consultorías tienden a perder su capacidad de gestión autónoma.

Las consultorías, al aplicar un barniz de autoridad, arraigan en sus clientes un enfoque que prioriza soluciones inmediatas y estandarizadas, lo cual limita la capacidad de las organizaciones para desarrollar estrategias innovadoras y adaptativas a largo plazo. Esta dependencia fomenta un ciclo donde las organizaciones se vuelven cada vez más reacias a asumir riesgos y a invertir en el desarrollo de sus propias capacidades internas, prefiriendo subcontratar decisiones críticas.

Como resultado, se produce una erosión del conocimiento especializado dentro de las organizaciones, ya que estas dependen de las consultorías para resolver problemas que podrían haber abordado internamente con un enfoque más estratégico y a largo plazo.

Además, esta dinámica no solo afecta la gestión y el conocimiento, sino que también contribuye a una infantilización de las organizaciones, que se ven reducidas a gestionar contratos de consultoría en lugar de liderar sus propias transformaciones.

En resumen, Mazzucato y Collington destacan que esta relación perjudica la capacidad de las empresas y gobiernos para innovar y aprender de manera autónoma, lo cual es esencial para enfrentar los desafíos actuales y futuros de manera efectiva.

Desviación del talento: Una pérdida para el bien común

Mazzucato y Collington destacan cómo muchos de los mejores graduados se desvían del servicio público hacia la consultoría, lo que implica una pérdida significativa de talento para el sector público que podría ser utilizado en beneficio del bien común. Este fenómeno se debe en parte a la percepción de que las consultorías ofrecen oportunidades más lucrativas y prestigiosas, lo que atrae a jóvenes brillantes que, de otro modo, podrían haber contribuido al desarrollo de políticas públicas y al fortalecimiento de las instituciones gubernamentales.

La migración de talento hacia el sector privado, especialmente hacia las consultorías, priva al sector público de mentes innovadoras y comprometidas, esenciales para abordar desafíos sociales y económicos complejos. Esta desviación no solo representa una pérdida de recursos humanos valiosos para el sector público, sino que también refuerza la dependencia de las consultorías, ya que los gobiernos carecen del talento interno necesario para desarrollar soluciones efectivas de manera autónoma.

En consecuencia, esta dinámica perpetúa un ciclo en el que el sector público se ve obligado a recurrir a consultorías para obtener la experiencia que podría haber cultivado internamente, debilitando aún más su capacidad para actuar en el interés público.

Mazzucato y Collington abogan por un equilibrio en el que el talento joven sea incentivado a contribuir tanto al sector público como al privado, promoviendo un sistema donde ambos sectores colaboren de manera innovadora para el bien común.

Hacia un nuevo paradigma: Colaboración público-privada para el bien común

Las autoras abogan por un nuevo sistema en el que los sectores público y privado colaboren de manera innovadora para el bien común. Las autoras sostienen que la externalización de funciones críticas a consultorías no es compatible con el mantenimiento de sociedades prósperas, democráticas y libres.

Argumentan que esta dependencia ha debilitado tanto a las empresas como a los gobiernos, impidiéndoles desarrollar las competencias necesarias para abordar los grandes desafíos económicos y sociales de nuestro tiempo, como la crisis climática y la desigualdad creciente.

Mazzucato y Collington proponen que los gobiernos, al ser actores clave con legitimidad y recursos, deben liderar el cambio invirtiendo internamente y coordinando esfuerzos con el sector privado. Esto implica adoptar medidas audaces a nivel local, regional y nacional para innovar en sistemas e infraestructuras, y así implementar programas que respondan a un mandato democrático. La colaboración entre ambos sectores debería centrarse en crear valor compartido y no simplemente en maximizar beneficios a corto plazo.

Las autoras subrayan que para lograrlo, es esencial que los gobiernos fortalezcan sus capacidades internas, reduciendo la dependencia de consultorías y fomentando un entorno donde la innovación y la responsabilidad sean pilares fundamentales.

En definitiva, las autoras defienden un enfoque donde la co-creación de soluciones entre el sector público y privado permita enfrentar eficazmente los desafíos actuales y futuros, asegurando un progreso que beneficie a toda la sociedad.