Salimos a las 7.00 h de la estación de Sants. Llegada a Madrid-Atocha en punto.
Fue un día sin respiros, enlazando reunión con reunión, hasta un total de cinco con almuerzo incluido. La última reunión por los pelos y ya en la cafetería de Atocha.
Lo que se lleva la peor nota es el parking de la estación de Barcelona-Sants. Parece un descampado (aunque sea en la azotea de la estación). Señalización deficiente, peor iluminación, y unas horrorosas y empinadas escaleras que se convierten en suplicio si llevas maletas pesadas. Y lo de siempre, igual de caro que el aeropuerto. Por una estancia relativamente corta, entrada a las 6:30 h y salida sobre la 1:00 h, 24 euros…
La experiencia con el AVE altamente satisfactoria. La ida en turista, la vuelta en preferente. Trabajar con el portátil, hablar por teléfono,… El bar de dentro del AVE un pequeño desastre. Grandes colas, se les acabó el café, no había hielo, pocas provisiones y sin “calculadora”. El personal del bar, a pesar de poner su mejor voluntad, iba un poco justo en eso de sumar y restar.
Volviendo a las diferencias entre clase turista versus a preferente, diría que además de la cena de la vuelta (preferente) y un mayor espacio entre asientos (eso me pareció) la gran diferencia es la toma de corriente. Importante porque después de todo el día, con las baterías del portátil y del móvil casi agotadas…
El viaje de regreso fue tranquilo. Salimos a las 21:00 h –en punto- de Atocha, trabajando algo, cenando un poco, viendo la película de vídeo. La pequeña pega es que sufrió un retraso de unos 30 minutos. Fue a causa de una avería que nos dejó parados y a oscuras, bastantes minutos entre Madrid y Zaragoza.
Llegamos bastante tarde y cansados a Barcelona. Nos dieron un abono del 50% del billete de vuelta. Por lo demás todo bien, un forma de viajar cómoda, sin stress y en dos horas y media…
Aunque ayer también comprobé que el AVE también llega tarde, me costará mucho volver al Puente Aéreo.