Una cena con algunos ex compañeros de eresMas sirvió para recordar uno de los episodios profesionales más intensos de nuestras vidas: la fiebre de las puntocom. Visto con la perspectiva del tiempo (¡10 años!) nos reíamos de la cantidad de animaladas y errores que llegamos a perpetrar abducidos por la fiebre del oro de nuestros mayores (también propia) de la dichosa época de los portales.
No todos pincharon el globo de la misma forma. Al fin y al cabo, los accionistas de eresMas consiguieron vender la compañía a France Telecom por 255 millones de euros…
A toro pasado es muy fácil pontificar sobre espejismos, excesos y barbaridades que se cometieron en esa etapa. Durante muchos meses se hablaba de grandes inversiones, enormes expectativas en negocios que tenían que generar beneficios increíbles,…. Y como se desmoronó en tiempo record y en cómo se volatilizaron millones ante la mirada atónita de todos. Especulación en estado puro.
En cambio, pocas veces se ha tratado de cómo impactó ese fenómeno en la legión de profesionales que vivimos y protagonizamos (también sufrimos) en primera persona, esa experiencia tan explosiva. Ayer, mientras compartía conversación con mis ex compañeros nos acordamos de las personas que sufrieron con más intensidad los efectos secundarios más virulentos de esa época. De la noche a la mañana, en un muy breve lapso de tiempo, se vieron sin proyecto, sin magníficos sueldos y sin posibilidades de encontrar un empleo.
El dicho lo confirma, “noches alegres, mañana tristes”. Y muchos tenemos a personas cercanas, que después de esa etapa, no pudieron adaptarse a una nueva realidad en la que ya no figuraban en el guión, y que además de olvidados, en algunos casos estaban bajo sospecha.
Pasar de ser un “profesional de moda” a casi tener que esconder la etapa puntocom de tu currículum, no es sencillo. Las secuelas fueron evidentes. Frustración, desorientación, problemas de autoestima, etc. Muchos se descolgaron del mercado laboral. Algunos no se han recuperado jamás. Otros se han transformado en semi luditas y muchos sienten una amarga aversión por todo lo relacionado con la web 2.0
Dudo mucho que esa lejana burbuja puntocom y sus consecuencias, se reediten en la web 2.0. Hay notables diferencias que invitan a pensar que no. Ni las expectativas de negocio han alcanzado las cotas de locura de la burbuja anterior, ni la liturgia inversora multimillonaria de salidas a bolsa, fichajes estelares, etc se ha repetido. Tampoco el contexto económico actual está para muchas alegrías.
A pesar de todo, prudencia. Seamos cautos a la hora de hinchar el “humo 2.0”. Seamos cuidadosos de no excedernos en sobrevalorar a ciertos perfiles profesionales y a prometer un futuro dorado a esas nuevas profesiones nacidas bajo el esplendor del social media. Separemos el grano de la paja, porque de lo contrario acabaremos lamentándolo y alumbrando un nuevo síndrome, el “síndrome 2.0”