La principal idea de False Economy: A Surprising Economic History of the World de Alan Beattie es que el panorama económico mundial actual es el resultado de la globalización en curso y que las políticas implementadas por los países han jugado un papel crucial en determinar su éxito o fracaso económico. Beattie argumenta que no es el destino, la religión o la geología lo que determina la prosperidad de una nación, sino las decisiones y políticas de las personas que están al mando.
El libro explora por qué algunos países prosperan mientras que otros no, y desafía la noción de que el éxito económico de una nación es una cuestión de suerte o de recursos naturales. En cambio, Beattie sostiene que son las elecciones críticas y estratégicas las que han determinado el estado económico de países como Argentina y Estados Unidos, que comenzaron en situaciones similares pero tomaron rumbos muy diferentes debido a las decisiones políticas y económicas que hicieron.
Beattie también aborda temas como las ciudades parasitarias, la abundancia de espárragos en Perú y cómo el petróleo puede hacer que una sociedad sea extremadamente volátil. Además, el libro desmiente algunos mitos, como la idea de que la religión es un obstáculo o una garantía de éxito económico, y explica cómo la falta de infraestructura y de información puede poner a los productores de países pobres en una gran desventaja.
Principales ideas de False Economy
- Las economías de Argentina y Estados Unidos fueron moldeadas por elecciones estratégicas, no por azar
- El rol crucial de las ciudades en la prosperidad económica de las naciones
- La influencia de las decisiones agrícolas y las rutas de transporte en la economía y el comercio
- Recursos naturales: Entre la prosperidad y el desafío económico
- Religión y economía: Una relación no determinante
- Más allá de la corrupción: Las políticas decisivas para el éxito económico
- La capacidad de las naciones para redefinir su futuro económico a través de decisiones estratégicas
Las economías de Argentina y Estados Unidos fueron moldeadas por elecciones estratégicas, no por azar
¿Te has cuestionado alguna vez por qué Estados Unidos se ha consolidado como una potencia económica mundial, mientras que Argentina ha enfrentado continuas dificultades? Esta divergencia no es fruto del azar. De hecho, Argentina y Estados Unidos partieron de situaciones iniciales muy parecidas.
Estados Unidos se erigió oficialmente como nación independiente con la entrada en vigor de su constitución en 1789. Por su parte, Argentina, profundamente inspirada por la revolución americana, vio cómo en 1816 los rebeldes argentinos tomaban el control de su gobierno para proclamar su propia independencia. En sus comienzos, ambas naciones compartían perspectivas económicas prometedoras, sustentadas en la riqueza de su agricultura y la abundancia de tierras fértiles.
Sin embargo, los caminos de ambos países se separaron cuando tomaron decisiones distintas respecto al desarrollo de sus tierras. Estados Unidos optó por repartir su tierra entre individuos y familias con habilidades. Agricultores competentes procedentes de Europa aprovecharon esta oportunidad, contribuyendo a la expansión y colonización de la frontera occidental estadounidense.
En contraposición, Argentina eligió distribuir su tierra entre un reducido grupo de terratenientes ricos y poderosos. Esta decisión limitó su potencial agrícola, ya que la política no logró atraer a trabajadores y agricultores cualificados para su desarrollo.
La divergencia entre las dos naciones se acentuó aún más con la industrialización del siglo XX. Mientras Estados Unidos acogía con entusiasmo las industrias manufactureras y las oportunidades del comercio internacional, Argentina optaba por un aislamiento en su intento de alcanzar la autosuficiencia. Rechazó los intereses de inversores extranjeros y el desafío de la globalización, prefiriendo proteger sus monopolios estatales.
Así, mientras la economía estadounidense prosperaba en el siglo XX, Argentina continuaba aislándose, restringiendo las importaciones y aplicando elevados aranceles a las exportaciones. En 2001, en su empeño por ser autosuficiente, Argentina se vio abocada a una de las mayores quiebras gubernamentales de la historia.
El rol crucial de las ciudades en la prosperidad económica de las naciones
Es posible que hayas notado cómo las grandes ciudades pueden reflejar el éxito o el fracaso económico de una nación. Esto se debe a que el complejo proceso de desarrollo y urbanización juega un papel crucial en la prosperidad económica de un país.
Las naciones con gobiernos inestables, por ejemplo, suelen tener capitales sobredimensionadas que evidencian sus problemas internos.
Durante el auge del Imperio Romano, Roma se destacaba tanto por su crecimiento exuberante como por la inestabilidad gubernamental. Siendo el núcleo de comercio e industria, también estaba abrumada por ciudadanos demandando alimentos, empleo y bienestar social. Para mantener la desproporcionada urbe, las regiones circundantes eran sometidas a altos impuestos y se tornaban inseguras debido a conflictos bélicos constantes.
En la actualidad, ciudades densamente pobladas como Buenos Aires y Ciudad de México reflejan de manera similar la escasez de oportunidades en otras regiones de sus respectivos países.
De hecho, el 35% de la población de Argentina reside en Buenos Aires. Este dato revela cómo los programas agrícolas deficientes han dejado a los ciudadanos con limitadas alternativas para prosperar fuera del ámbito urbano.
Esta misma dinámica se observa en muchas ciudades africanas.
La urbanización precipitada frecuentemente se realiza en detrimento del bienestar nacional. El desarrollo de la capital de Zambia, Lusaka, se financió a costa de gravar al sector agrícola. Esto condujo a que los agricultores cerraran sus negocios y se trasladaran a la ciudad, donde terminaron viviendo en barriadas precarias conocidas como tugurios.
Por otro lado, una ciudad exitosa es aquella que fomenta una economía nacional diversificada en múltiples aspectos.
Ciudades como Madrid y Chicago han florecido y se han mantenido estables porque su éxito no se basa en un único sector o tecnología. Esto contrasta significativamente con el caso de Detroit, que dependía excesivamente de la industria automotriz y cayó en desesperación económica cuando este sector declinó.
La influencia de las decisiones agrícolas y las rutas de transporte en la economía y el comercio
Es posible que al hacer compras en Estados Unidos te hayas preguntado por qué se importa espárrago desde un país tan distante como Perú. La explicación se encuentra en un acuerdo comercial establecido en la década de 1980 entre ambos países. Como consecuencia de este acuerdo, Estados Unidos importa espárragos valorados en decenas de millones de dólares anualmente, y a su vez, los agricultores peruanos reciben incentivos que los disuaden de cultivar coca.
Decisiones estratégicas como esta tienen un impacto considerable en la estabilidad económica de una nación.
Consideremos el caso de Egipto. En tiempos antiguos, este país producía su propio trigo. Sin embargo, en la actualidad, cultivar trigo implicaría el uso de una sexta parte del suministro de agua del país, lo cual sería una decisión poco prudente desde el punto de vista económico. Por ello, Egipto, con una población cercana a los 80 millones, se ha convertido en el segundo mayor importador de trigo a nivel mundial.
En contraste, cultivos como las hierbas y hortalizas requieren considerablemente menos agua para su crecimiento. De esta manera, países de Oriente Medio, incluido Egipto, han encontrado estabilidad económica al exportar estos productos mientras importan alimentos que consumen grandes cantidades de agua, como los granos y las carnes.
La inestabilidad política y social puede ser un obstáculo significativo para el desarrollo de un negocio de exportación lucrativo.
Numerosas naciones africanas podrían beneficiarse enormemente de la industria del café en auge. No obstante, conflictos civiles y regímenes militares peligrosos han interrumpido las rutas de transporte, complicando la exportación de productos.
El simple acto de cruzar la frontera desde Uganda hasta los puertos de Kenia puede demorar hasta 24 horas. Por lo tanto, los costos asociados con la refrigeración de productos y el tránsito seguro a través de pasos fronterizos peligrosos pueden ser prohibitivos, impidiendo que muchos negocios generen ganancias.
Recursos naturales: Entre la prosperidad y el desafío económico
Podría parecer inverosímil pensar que descubrir petróleo o una mina de diamantes en tu territorio pudiera ser perjudicial. No obstante, para numerosos países, tales hallazgos han generado más desorden económico que bienestar.
El petróleo tiene el potencial de brindar estabilidad económica, aunque esto depende de una gestión adecuada.
Arabia Saudita, un país abundantemente rico en petróleo, podría considerarse exitoso con un ingreso per cápita de $15,000. Sin embargo, este ingreso no se ha traducido en la creación de empleo. Un análisis detallado muestra una tasa de desempleo del 25%, afectando significativamente a la juventud del país.
Considerando que la mitad de la población masculina saudí es menor de 22 años, el país enfrenta un considerable descontento social. Por lo tanto, no sorprende que la sociedad del país experimente inestabilidad y volatilidad.
En contraste, Noruega ha sabido administrar sus recursos petrolíferos, destinando los ingresos excedentes a un fondo nacional de estabilización del petróleo. Chile aplica una estrategia similar con los ingresos derivados de su producción de cobre. Tales fondos de estabilización promueven un gasto responsable y previenen la dependencia de un único recurso natural como fuente de ingresos.
Las naciones africanas ilustran cómo recursos naturales como los diamantes o el cobre pueden conducir tanto a la prosperidad como a conflictos interminables.
Sierra Leona, una de las principales productoras de diamantes del mundo, ha visto cómo la riqueza de este recurso natural fomentó el comercio ilícito, prolongando una guerra civil durante once años.
Zambia, en un intento por enriquecerse rápidamente, expulsó a inversores extranjeros interesados en sus minas de cobre. La inexperiencia y mala gestión de este recurso resultaron en un gobierno altamente inestable.
Botsuana, por otro lado, tomó una decisión más acertada al asociarse con la compañía extranjera De Beers. Mediante un acuerdo de reparto de ingresos a largo plazo, De Beers asumió la gestión de la mina de diamantes. Esta colaboración permitió a Botsuana establecer un fondo nacional y alcanzar estabilidad económica gracias a una fuente de ingresos constante.
Religión y economía: Una relación no determinante
La interrogante sobre el impacto de la religión en el éxito económico de una nación ha sido objeto de debate desde 1905, año en que el sociólogo alemán Max Weber propuso que los protestantes eran más exitosos en los negocios que los católicos.
Con el paso del tiempo, se ha evidenciado que la hipótesis de Weber no se sostiene.
Las teorías de Weber, que se apoyaban en los éxitos de países predominantemente protestantes como Inglaterra y los Países Bajos durante el siglo XIX, han sido cuestionadas por el desarrollo económico de naciones mayoritariamente católicas como Italia, España e Irlanda, demostrando la falta de solidez de estas ideas.
De igual manera, las teorías que vinculaban la religión con el impacto económico en países asiáticos y de Oriente Medio han sido desmentidas.
Durante la década de 1980, se consideraba que las tradiciones culturales de Hong Kong y Taiwán, que priorizaban la solidaridad social sobre el individualismo, favorecían el capitalismo. No obstante, la crisis financiera asiática de finales de los noventa reveló la vulnerabilidad de estos países al colapso económico, al igual que cualquier otra nación.
Asimismo, se ha sugerido que los países islámicos, como Afganistán, enfrentan mayores dificultades para lograr el éxito económico en comparación con otros.
Aunque algunas sociedades islámicas puedan mostrar resistencia al cambio y a la reforma, las decisiones gubernamentales deficientes son, en su mayoría, independientes de la religión. Por ejemplo, los gobiernos de países mayoritariamente islámicos como Malasia e Indonesia han tomado decisiones económicas significativamente acertadas.
Considerar la religión como el factor determinante en el éxito o fracaso económico de un país resulta excesivamente simplista. En última instancia, la clave reside en las decisiones críticas adoptadas por los líderes gubernamentales.
Más allá de la corrupción: Las políticas decisivas para el éxito económico
La relación entre la corrupción política y el éxito económico es compleja y no siempre directa. No es suficiente con que un líder sea íntegro; las decisiones estratégicas son las que realmente pueden marcar el rumbo hacia la prosperidad.
Indonesia es un ejemplo de cómo, incluso bajo un liderazgo corrupto, se pueden tomar decisiones políticas que impulsen la economía. En 1968, el presidente Suharto asumió el poder en medio de una situación política fracturada y una economía debilitada. A pesar de su toma de poder violenta y su gobierno autoritario, implementó políticas económicas conservadoras que resultaron ser acertadas. La apertura de Indonesia al comercio internacional, la atracción de inversiones extranjeras, la reducción de la pobreza y la rápida estabilización del presupuesto nacional son ejemplos de cómo las políticas pueden influir positivamente en la economía, independientemente de la integridad del líder.
Por otro lado, Tanzania, bajo la presidencia de Julius Nyerere, un líder honesto y respetado, sufrió un estancamiento económico debido a decisiones políticas desacertadas. Nyerere buscó la autosuficiencia del país con políticas que limitaban el comercio y la inversión extranjera y que socializaban la agricultura, lo que llevó a la extorsión y al soborno en la distribución de bienes y servicios. Estas políticas bienintencionadas, pero mal ejecutadas, culminaron en un desastre económico, demostrando que la honestidad por sí sola no garantiza el éxito económico.
Estos casos ilustran que la prosperidad económica de una nación no está predeterminada por la corrupción de sus líderes, sino por la eficacia de las políticas gubernamentales implementadas.
La capacidad de las naciones para redefinir su futuro económico a través de decisiones estratégicas
En el mundo natural, la evolución puede llevar a algunas especies a un punto muerto evolutivo, como es el caso del panda gigante, cuya supervivencia y reproducción son precarias. Sin embargo, en el ámbito de la economía global, siempre existe la posibilidad de cambio y mejora.
Analizaremos cómo dos países con historias paralelas tomaron rumbos económicos distintos y las lecciones que podemos extraer de ello.
Rusia representa un caso de un intento de cambio que no fructificó. En la década de 1990, tras siglos de zarismo y comunismo, el país intentó transitar hacia una economía de mercado. Sin embargo, se encontró con que no estaba preparado para una transformación tan drástica y terminó incumpliendo su deuda en 1998. Posteriormente, el país experimentó un rechazo hacia el libre mercado y su volatilidad. Vladimir Putin, en respuesta, reinstauró un sistema de gobierno centralizado, similar al zarista, restringiendo la presencia de empresas extranjeras y nacionalizando la industria energética. A pesar de que la economía rusa depende en gran medida de sus reservas de petróleo y gas, la centralización del poder ha traído una aparente estabilidad al país, aunque a un alto costo en términos de libertad de prensa y procesos electorales justos.
En contraste, China muestra cómo un país puede implementar cambios fundamentales con éxito. A pesar de su tradicional desconfianza hacia los inversores y negocios extranjeros, el éxito financiero de Hong Kong en las décadas de 1980 y 1990 ilustró los beneficios de un mercado abierto y diversificado. Cuando Hong Kong pasó a estar bajo control chino en 1997, China pudo seguir un modelo económico similar al de otros gobiernos exitosos de la región, como Taiwán y Singapur. A diferencia de Rusia, China se abrió a las oportunidades y reconoció las ventajas de una economía diversificada para generar ingresos.
La experiencia de Rusia y China demuestra que el destino económico de un país no está predeterminado. Los resultados económicos son consecuencia de decisiones críticas tomadas por sus líderes.