Para los no iniciados, el crowdsourcing es un término que acuñaron hace casi dos años Jeff Howe y Mark Robinson de la revista ‘Wired’. Se trata de un fenómeno que gracias a la tecnología otorga a los clientes gran parte del protagonismo en el desarrollo de los productos.
«Las compañías aprovechan la ventaja de una masa global anónima, voluntaria y espontánea que es más inteligente, más productiva y está más conectada» que realiza funciones que habitualmente son desarrolladas por personal de I+D de la empresa.
Es aplicable a empresas pequeñas y grandes, y a multitud de industrias, los juegos son alguna de ellas. En un reciente artículo de BusinessWeek explicaban el ejemplo de Microsoft invitando a los 10 millones de miembros de su comunidad online Xbox Live para crear juegos para la plataforma.
Hay otras referencias que lo ilustran y que son mostradas como casos de éxito, una y otra vez. Ahí están los de Procter&Gamble o Dell (Dell IdeaStorm), etc.
Otros en cambio no se sabe muy bien lo que son. Me refiero al más reciente de Yoigo, en el que un usuario hacía aportaciones sobre telefonía móvil y pedía ser recibido por la compañía para que escuchara sus propuestas. Algo que finalmente sucedió… aunque tengo mis dudas sobre si es sólo una estrategia más para hacer buzz.
Pero salvo este caso puntual, persiste una gran duda. Es tratar de imaginar qué empresas están realmente “preparadas” para ello…
Digo esto, pensando en aquellas compañías donde todavía dudan de sus departamentos de marketing cuando éstos investigan y escudriñan a sus clientes acerca de identificar nuevas oportunidades de negocio, desarrollo de producto,….
O dudo porque muchas siendo incapaces de medir lo elemental de su actividad en la Red, no parecen muy preparadas para asumir el reto del crowdsourcing. Entonces ¿Por qué ahora sí debemos esperar que las empresas confíen en sus clientes para innovar y desarrollar nuevos productos?
Será que mi optimismo tiene límites. No parece razonable esperar que a corto o medio plazo, la mayoría de las compañías abracen alegremente la religión del crowdsourcing… aunque si la todopoderosa Microsoft se ha decidido ¿Quién sabe? Todo es posible,
¿Cuestión de supervivencia?