No voy a hablarte de los célebres océanos rojo y azules del W.Chan Kim y Renee Mauborgne. Tan solo quería compartir un aspecto que me apasiona en la vida de las organizaciones y en la vida de la personas. Hay organizaciones, al igual que personas, que no desean cambiar de posición. Prefieren quedarse quietas, inmóviles, para no perder su posición de ventaja que tanto esfuerzo (o no) les ha costado en el pasado.
Mira a tu alrededor. Seguro que identificas a más de una organización y muchos profesionales. Son conservadores. Quizás ellos no se vean a sí mismos como tales, pero lo son. No te fijes en su piel porque a veces confunde. Recuerda que “la quietud es la sustancia de los cementerios” (Z.Bauman). Muchos son incapaces de darse cuanta que su mundo se hunde, aunque noten sus pies mojados.
Son personas u organizaciones que me merecen todo el respeto. Aunque no puedo estar más desacuerdo con ellas, me alegra que abunden, porque automáticamente es mucho más fácil y sencillo encontrar otros territorios y ocuparlos. Que existan los “inmóviles” casi nos garantiza el éxito a los demás.
Para cambiar hay que moverse, parece obvio. Pero no a cualquier espacio. Desplazarse hacia un espacio, que ya está ocupado, tiene poco sentido. Salvo que te guste la lucha cuerpo o cuerpo, y sufrir. Parece más razonable identificar, o directamente imaginarte, tu nuevo espacio e ir a por él.
Hay dos pasos fundamentales: imaginarte tu espacio y hacer el viaje para ocuparlo. La gran novedad es que no son fases secuenciales, son etapas superpuestas. El viaje empieza desde el primer momento en que empiezas a imaginarte y dibujar el nuevo territorio.
Los mapas mentales, son eso, mentales. Como muchos encontrarás hitos que algún caminante generoso ha querido compartir anteriormente. Seguirlos o no, depende de ti. Tiene sus riesgos, lo sabes. Si sigues los hitos dejados por otros, llegarás a sitios ocupados por otros. Aprovéchate de ellos en pasajes de orografía difícil o en condiciones meteorológicas adversas, pero a la mínima que puedas ser independiente y orientarte de forma autónoma, hazlo.
Todo va muy rápido. Demasiado, pero nosotros no podemos ralentizarlo. Incluso los destinos cambian. En esa modernidad líquida tan bien descrita por Zygmunt Bauman “los destinos cambian de lugar y los que no varían pierden encanto con más rapidez que aquella a la que las piernas pueden caminar, los coches correr o los aviones volar, mantenerse en movimiento es más importante que cuál sea la meta”.
Como cuenta Robert Lois Stevenson “viajar con esperanza es mejor que llegar”. Probablemente tenga razón. Míralo desde el otro punto de vista. Quedarse quieto sin moverse es pensar que estas vivo, cuando en realidad estás muerto… sin saberlo. El gran reto es el ejercicio de imaginártelo y andar (o correr) hacia ello. Disfruta del viaje.