Leo estos días mucho alrededor del futuro de la televisión. En mi entorno tengo colegas y amigos metidos o con ganas de meterse en proyectos empresariales relacionados con la TV. Disculpadme porque sólo soy un profano en la materia, pero os cuento como me la imagino.


A pesar de la obsesión por encontrar la piedra filosofal, esto es, el modelo ideal futuro, el formato ganador, el estándar. Tengo la impresión que habrá espacio para diferentes modelos.

Para ir por partes, os diré que lo más próximo a la experiencia televisiva “clásica” -más de 10 minutos mirando contenido- será lo más similar al video on demand (hoy el promedio en Youtube es de poco más de 11 minutos). Quizás parecido al modelo iTtunes (aunque Forrester augure lo contrario).


Lo otro será distinto. La tele en red me la imagino como una experiencia híbrida. Con formatos más cortos a la actual. Accesible (con experiencias diferenciadas) desde varias plataformas, pero que fundamentalmente requerirán un menor tiempo de atención para el usuario. Por tanto –atención- los contenidos tendrán que adaptarse o repensarse.

Me la imagino una experiencia esencialmente diferente a la actual. Transparente al usuario, pero integrando otras funcionalidades y servicios: juegos, chats, mensajería,… Previsiblemente una experiencia que pueda acompañarnos las 24 horas, pero en contextos y momentos de consumo diferentes.

Seguramente con una arquitectura P2P (como la ya famosa Joost) que garantice una carga más ligera y una menor espera para el usuario.

Será de acceso gratuito Aunque posiblemente tendrá servicios, contenidos premium o determinados privilegios de pago.


Por tanto está claro que se financiará mayoritariamente por su explotación publicitaria. Aunque me la imagino distinta a la actual, con una hibridación clara entre técnicas publicitarias clásicas y el marketing directo. O sea que queda por ver cómo serán los formatos publicitarios futuros. Aunque tengo casi, casi la certeza, que huiremos de los formatos intrusivos y molestos (adiós pop-ups, cortinillas, banners,..) que ya hoy tienen un amplio rechazo.

Me imagino una publicidad, construida y desarrollada para ser “inteligente”, con algoritmos que combinen adecuadamente el conocimiento expreso (manifestado por usuario), el inducido (en función de comportamiento online) y el homónimo (inferido del segmento del usuario).

La implantación de una visión integrada del usuario (consumer driven) será –en mi opinión- el auténtico eje generador de interés para el usuario y el potente motor económico que la hará viable… y en tiempo real.


Aunque sinceramente reconozco que no sé si la seguiremos llamando televisión….