Quiero hablar sobre una cuestión personal que quizás pueda ser también general, el rol del blog. Una herramienta cuyo uso, representa un modo de entender y narrar la vida, o “transparentar la sensibilidad de la época que nos toca vivir”.
Superadas las 700 entradas en este blog, aún me sorprendo que pueda seguir escribiendo algo remotamente de interés. Este blog que empezó con vocación de experimentar en primera persona lo de “blogocosa”, evolucionó a una necesidad de compartir conocimiento técnico, ha ido deslizándose patosamente, en un pensar y sentir mi presente inmediato.
Trasladarte mi relato vital tiene algunas ventajas y muchos riesgos. Las ventajas han sido sobradamente enumeradas (identidad digital, conversación,…). Lo de los riesgos es algo más espeso.
El primer riesgo es aburrir hasta las ovejas. El segundo, que todas las personas que siguen, con más o menos frecuencia este blog, se den cuenta de quién soy en realidad y qué hago. Poco más que un simple mortal que a menudo maltrata el idioma. El tercer riesgo es que al compartir mis enfoques personales, acertados o no, sobre muchas de las cosas que hago o me “ocurren” a mi alrededor, implico indirectamente a aquellos que conviven voluntariamente o por obligación a mi alrededor. De hecho ya son habituales las coletillas en conversaciones, personales o profesionales, de “esto no lo publiques en el blog”.
Aunque herederos en lo biológico y en lo cultural, cada uno de nosotros somos irrepetibles. Eso es lo que nos hace fascinantes. Al igual que el blog. Ya sea personal o corporativo, es espacio de reflexión, formulado en primera persona e insustituible.
Creo que lo peor que le puede pasar a un blogger maduro es convertirse en un monologuista interior. Cuando todo el mundo habla de “conversaciones”, uno va y se dedica a recitar en solitario. Pero incluso con este diagnóstico, hay cosas saludables.
Tengo que admitir e insistir que el blogging debería ser declarado actividad terapéutica. Da igual que seas un inquieto, un ególatra engreído, un freak contumaz o un tímido monologuista, aquí hay espacio para todos.
Cada cual tiene su estilo y todos tienen cabida. Desde los que escriben en tono épico para subrayar y amplificar su anodina existencia, hasta los que no dejan de contemplar su vanidoso ombligo. Cada cual con su parroquia de seguidores.
Se decía que en los libros estaba y está lo fundamental de la cultura humana. A saber, los héroes, sentimientos, tradiciones, pasiones, el conocimiento, la técnica,.. Creo que hoy sería imposible entender la naturaleza humana, el pensar y el sentir de los nuevos tiempos, si nos olvidáramos de la apoteosis blogger. Un fenómeno complementado –que no substituido- por otras aplicaciones sociales parientes. Tanto sus primos hermanos del nanoblogging o los más alejados de las redes sociales…entre otros.
Los blogs son imperfectos, provisionales, incluso ¿líquidos? Están aquí para quedarse, bajo su actual apariencia o metamorfoseándose. Da igual. Pero las cosas han cambiado. De la misma forma que las noticias importantes ya no son exclusiva de la radio primero, de la prensa o de la televisión, después.
Algo parecido sucede con los blogs. Algunos los quieren enterrar ante la emergencia de los nanoblogs y de las redes sociales. No creo en la supremacía de ninguno. Más bien que la suma de todos ellos es el resultado de la inevitable digitalización del progreso. Con una inexorable socialización en la que todos participamos con más o menos intensidad, pero que obliga a la complementariedad y mezcla de todo con todo. Ese es el futuro.
Y con la próxima irrupción de la 6ª pantalla, los e-books, todavía seguiremos teniendo necesidad de narrar el presente e intentar repensar el futuro. Quizás más.