La cena dio para mucho. Repasamos el blogging. Constaté que todavía no han hecho el salto twittero al micro blogging, que se mueven bien por las redes sociales, pero que les falta decisión en la gestión de su identidad digital (aquí me puse un poco pesado). La velada sirvió para hacer prácticas de geo-tagging y para comentar las subastas inversas.
Descubrí que son unas fans de Facebook pero celosas de qué contactos agregan (afortunadamente yo pasé el filtro). Miran muy poco la televisión y ya estaban compartiendo las mejores opciones tarifarias para el Internet móvil… a pesar de que alguna de ellas nunca apaga el ordenador.
Eso no las hace “raras”, al contrario, las hace ser más completas e interesantes. Al fin y al cabo su campo de actividades es tan amplio que tienen tiempo para asistir a clases de teatro, salir de marcha, practicar espeleología o running.
Había cierto consenso en su principal queja. Habitualmente las empresas las ven un poco como marcianas, digamos que son “profesionales digitales”. Eso, entre los ignorantes, a veces arranca media sonrisa tonta o peor aún, temor. La realidad es que son cinco casos diferentes que llegarán tan lejos como se propongan.
Todavía no son conscientes de su situación privilegiada. No son “nativas digitales” pero ya han hecho la transición. Están claramente en el lado digital y en poco tiempo las empresas más competitivas del mercado demandarán sus perfiles profesionales.
Aunque el mérito es suyo, no puedo dejar de tener una sensación de “misión cumplida”. Sólo espero que no transcurran seis meses más para la próxima cena, porque cuatro horas de cena con conversación non-stop me dejaron agotado, aunque ciertamente pasaron volando. Es lo que tiene la buena e interesante compañía…