Dos grandes nombres propios de la industria publicitaria. Tanto Luís Bassat como Joaquín Lorente son perfectos conocedores de cómo se persuade al consumidor o se construye una imagen política en democracia.
Forman parte de vivencias personales de las que me habría gustado escribir en mi autobiografía que nunca escribiré.
Para los que somos del montón, haber conocido y trabajado con estos dos grandes nombres, nos da un no_sé_qué aunque sólo sea para una conversación de café entre amigos o escribir en este blog.
Con Joaquín trabajé durante cerca de cinco años. Hombre duro, beligerante e incluso déspota con su gente. Pero exigente, luchador y brillante. Muy brillante.
A Luís lo conocí en mi etapa de OgilvyInteractive. Tuve el honor de escribir el capítulo sobre interactividad en “El libro rojo de las Marcas”. Aún hoy cuando lo releo mi aportación me avergüenzo un poco…
Lorente era más bien un self-made man, un “perro callejero” en palabras de uno de sus hombres de confianza. Mientras que Luís siempre ha aparecido como un gentleman with brain, tal como exigían los cánones ogilvyanos.
Con Luis coincidí por última vez, hace unos años durante las elecciones a la presidencia del Barça. Las primeras que ganó –contra pronóstico- Laporta.
Luís era el candidato favorito. El candidato del establishment. Trabajé de asesor áulico para uno de sus contrincantes (que tampoco ganó). Y que acabaría convirtiéndose, muy a pesar mío, en uno de los peores enemigos de Luis Bassat en esa particular y extravagante carrera presidencial.
Un apunte personal al margen. Para mí, las elecciones al Barça fueron un proyecto económicamente bueno, pero personalmente dejó un efecto secundario crónico. Veo el mundo del fútbol de una manera infinitamente distinta –y peor- que antes.
Seguimos. Joaquin tuvo el mérito de provocar que me dedicara a Internet. Involuntariamente causó mi salida de la agencia cuando sugerí que desde el grupo Lorente (hoy EuroRSCG) teníamos que empezar a hacer cosas en la Red.
Sus palabras fueron- más o menos- que aquello era un invento que nunca llegaría a nada. Comentario compartido increíblemente con
De todas formas resulta divertido que años más tarde Joaquín y
Pero volviendo a Lorente o Bassat, y a sus pocas semejanzas. Mientras uno disfruta de su merecidísima jubilación dorada. Y sigue escribiendo algún libro de vez en cuando (“Ciudadanos de la Tierra.com”), el otro –igual de millonario- se postula como Premio Príncipe de Asturias. ¿Cuestiones de ego?
Mientras, espero seguir tropezando con la entrañable figura de Joaquín por las calles de Sant Cugat. Al Luís, supongo que le seguiré la pista en los medios de comunicación gracias a su activismo. ¿Hasta el Premio Nobel?