Como cuenta Rifkin “la educación distribuida y colaborativa obedece al principio según el cual, cuando las personas razonan juntas, es más probable que su experiencia combinada logre los resultados deseados que cuando razonan solas”.
No es nada nuevo. La interacción entre un grupo humano facilita la oportunidad de cuestionarse mutuamente sus hipótesis, de ofrecer ideas y apreciaciones individuales construidas simultáneamente sobre los demás y alcanzar un consenso colectivo.
Autoridad caducada. En un momento en el que se cuestionan los modelos tradicionales y surgen nuevas formas de aprendizaje, el modelo convencional de transferir conocimientos a las mentes de los estudiantes, creando una relación de autoridad con el “alumnado”, es en la mayoría de los casos, obsoleta. La relación vertical, descendente e individualizada que ha alimentado el patrón autoritario tradicional, está caducada.
La importancia de la industria de la formación. Considero a la “industria de la formación” como la más estratégica de las industrias. Una de las más grandes y probablemente una de las que menos ha evolucionado. Probablemente porque una gran parte de ella es un mercado regulado (para bien y para mal), por los intentos de apropiación ideológica (y arma arrojadiza) de los políticos de turno, el propio corporativismo de la “clase docente” que ven seriamente amenazada su jerarquía y autoridad.
Marketing es experiencia. Volviendo al proceso de aprendizaje en ámbitos que conozco de cerca, como son los del marketing, hay que empezar por admitir que la realidad pocas veces tiene una sola cara. Bajo este principio, cuanto más diversas son nuestras experiencias y las interrelaciones, más nos acercamos a comprender mejor la complejidad de lo que nos rodea.
Aprendizaje p2p. Hoy más que nunca pierde sentido una formación profesionalizadora bajo el patrón del ‘estímulo-respuesta’ que tenía sentido para preparar a los trabajadores de las dos primeras revoluciones industriales. El aprendizaje p2p (de igual a igual) desplaza el foco de atención desde el yo solitario hacia el grupo interdependiente.
Learning by doing grupal. La experiencia de dividir una sesión de clase en pequeños grupos de trabajo a los que se les encomienda resolver una tarea concreta, mejora notablemente el aprendizaje de solicitar la respuesta de forma individual. No se busca la respuesta perfecta, se busca que el participante pasivo, se convierta en activo. Hay intercambio de ideas, se cuestionan, critican y negocian un consenso. Aprenden a resolver técnicamente la tarea concreta a la vez que practican (learning by doing), y probablemente mejoran, sus aptitudes sociales y la eventual resolución de disputas. Y todo ello comprendiendo una metodología para estructurar y ordenar el reto, y herramientas para hacer.
Jerarquías y clases enlatadas. Este tipo de aprendizaje desplaza la tradicional balanza del poder y la autoridad en el aula. Superamos el entorno jerárquico, centralizado y hacia arriba, y se vuelve más democrático, participativo y en red… Significa ser más abierto, más responsable de la aportación de cada uno. A ser empáticos al tenerse que poner en la piel de sus compañeros/as. Desde el lado docente significa mucho mayor esfuerzo. El power point es el símbolo de la relación vertical, cuando debería ser solo un acompañamiento, nunca la sesión. ¿Para qué una clase enlatada cuando todo ese conocimiento y más, está accesible y gratis en la Red? Compartir las dudas, el debate, los matices, enriquecen el proceso y –por supuesto- diluyen la jerarquía.
Aislamiento vs la colaboración. En la vida diaria vemos que el aislamiento, uniformidad de perfil, son reduccionistas y endogámicos. Las fronteras empobrecen cualquier proyecto. Se impone la interdisciplinaridad, la conexión de ámbitos diversos, la mezcla, gestión distribuida,… la colaboración.
Este no es solo un planteamiento aplicable en entornos académicos, también en entornos profesionales o de emprendimiento. No es fácil aceptar que tu idea no es la mejor o la más apropiada. El proceso de desaprender, desprendernos de ideas propias -de forma voluntaria- es un paso esencial. Lo pude vivir hace unos fines de semana en el WeekendChallenge que organizamos en el TecnoCampus. Donde algunos experimentaron y aprendieron más de lo que puedan aprender en las cuatro paredes de una aula… en mucho tiempo.