Muchas veces me he quejado de Barcelona. Incluso he reflexionado sobre la posibilidad de cambiarme de ciudad. Los últimos años no han sido fáciles. A la deslocalización habitual de empresas, se ha sumado una crisis que ha sido muy cruenta con el tejido de pymes barcelonés. Muchos más que en otras ciudades o zonas más próximas a sectores regulados, más inmunes a la crisis.

Desde hace mucho tiempo me he posicionado como un creyente de Barcelona, a pesar de tener un alcalde capaz de una bochornosa votación falsa o de postularse en el peor momento posible para unos Juegos Olímpicos de Invierno. No tengo vinculación personal, profesional o ni política con nada que tenga que ver con la promoción de Barcelona, pero todavía estoy más lejos de los que están instalados en la queja permanente y el lamento continuo.

Creo en el potencial -también económico- de Barcelona. Leyendo una entrevista a Richard Florida experto estadounidense en geografía y crecimiento económico, me lo confirma. Comenta acerca de lo que de verdad mueve la economía “Sabemos que el dinero no es el factor predominante, sino hacer un trabajo con un sentido e ilusionante, tener buenas relaciones y vivir en un lugar donde puedes expresarte, que sea seguro, que tenga oportunidades económicas y que tenga naturaleza, cosa que la mayoría de los urbanistas pasan por alto. Más que el país o las empresas, son las ciudades las que mueven la economía

Para los que siguen defendiendo el mantra que en la era de la globalización no importa dónde vivamos, Richard Florida es muy claro “Es una idea muy atractiva pero errónea. Los factores económicos principales (innovación, creatividad y talento) no están distribuidos de manera uniforme. La innovación y la creatividad en la actividad económica se están concentrando cada vez más.”


Según Florida el “capitalismo está cambiando su piel” hacia “hacia un sistema mucho más sutil y complejo que no extrae únicamente los recursos, sino que también combina ciudades y personas para extraer habilidad y talento para fines económicos

Su conclusión es que “los países que no sigan aumentando su potencia creativa, apoyando la creatividad y aplicando políticas que atraigan a más personas al sector creativo, en lugar de infrautilizarlas, se quedarán atrás.”

Un estudio revela que Barcelona es la número uno en calidad de vida de los trabajadores en Europa (por duodécimo año consecutivo). Y La capital catalana recupera la 4ª posición entre las metrópolis europeas preferidas para hacer negocios, sólo superada por Londres, París o Frankfurt. La criticada tolerancia barcelonesa sigue siendo un polo de atracción importante para esta “clase creativa”. Una clase socioeconómica que se está convirtiendo en el motor del crecimiento económico, toda una baza para Barcelona ya que “los lugares abiertos y tolerantes atraen con mayor fuerza a distintos tipos de personas y generan más ideas” mantiene Richard Florida.

El día que tengamos gobernantes y políticos a la altura de la ciudad, nos salimos.

El autor de la fotografía de Barcelona es Oseillo. Uso bajo licencia Creative Commons.