Es un clásico hablar de la innovación como motor de presente y futuro de toda empresa. Pocos conceptos sirven para vender más libros o llenar más salas de conferencias. Más aún en tiempos turbulentos y de incertidumbre cuando el miedo nos atenaza o cuando el instinto conservador aconseja quedarse quieto. Buscamos referencias, luz en la oscuridad o una inexistente receta mágica.
Retirarse a los cuarteles de invierno ya no es una opción válida cuando la coyuntura apunta a que viviremos así -o incluso peor- durante unos cuantos años más. Sin sitio para refugiarse, habrá que salir a buscarse la vida, salvo que pensemos aclimatarnos a la oscuridad y a vivir aletargados.
El mercado está para pocas tonterías y simulacros. Va en serio. Ante esto, hay que resistir, con intensidad, y evitar abandonarnos al desasosiego y al pesimismo. Salvo que vivas dentro de la economía subvencionada o bajo el confortable paraguas de una gran compañía, se trata de buscar la manera de identificar o construir tu propia oportunidad. Y aprovecharla, siempre con un ojo fijado en el flujo de caja.
Inventarse la oportunidad no es algo obvio. Racionalizarlo menos. Las pequeñas compañías no acostumbran a tener los procesos de innovación definidos, ni planificados tal y como suelen pregonar los expertos en la materia.
Hay preguntas que son imposibles de responder de antemano. En muchas ocasiones primero hay que hacerlo, para luego obtener las respuestas. El pensamiento racional y estructurado puede ser un gran enemigo, pero todavía son peores las actitudes tóxicas. Vengan de dentro o de fuera.
La primera recomendación es desterrar al abogado del diablo y después hacer caso omiso a esos criticones vocacionales, incapaces de ir más allá de su ombligo, e interesados en cargarse cualquier iniciativa que no satisfaga sus estómagos. Cuando exploras hay que ir con cuidado. Si te descuidas acabas como almuerzo de los cocodrilos, con tu reputación magullada o ambas cosas… pero hay que intentarlo.
Experimentar en tiempo real es una alternativa plausible. O dicho de otro modo, implementar mediante la experimentación. Tom Nelly (IDEO) lo dice muy claro “a algunos afortunados les cae la manzana en la cabeza o tienen una idea brillante mientras se hallan sentados a la sombra de un árbol, pero en el caso del resto de los mortales la experimentación es uno de lo mejores métodos para innovar. Por tanto, no se quede en la línea de salida intentando imaginar cómo será la carrera. Empiece a moverse y a probar cosas. Es muy probable que descubra un nuevo modo de ganar”. Y si a la primera no sale como tenías pensado, será a la segunda. O a la tercera,…
Como suele decirse, para mejorar, primero hay que intentarlo.