Estaba leyendo el informe de octubre del MillwardBrown sobre perspectivas de consumo e índice de confianza del consumidor. Hay varias cuestiones que me han llamado la atención.
Como cuenta el informe “se observa que se ha salido de la situación casi paranoica que se vivió en el segundo semestre de
Una conclusión relevante es la preocupación por la situación económica del país que ya es el primer motivo de preocupación de los españoles, por delante de situación económica del hogar, previsión de la situación económica personal a seis meses vista, etc.
El ajuste de precios provoca en cierta medida que los consumidores consideren que los precios están más ajustados al valor de los bienes. Se habla incluso de “cierto optimismo” y se intuye lo que podría ser un nuevo patrón del nuevo consumidor, el oportunismo.
Dicen los expertos que “en una crisis como la actual las opiniones de los consumidores evolucionen a gran velocidad”. Una prueba evidente está siendo la relación de los consumidores con las marcas. En la primera mitad del año las marcas blancas se convirtieron en refugio. “Desde abril-mayo se produce un cambio, suave al principio pero que se va acelerando”. Lo peor de la crisis ha pasado pero hay actitudes que no parecen volver al estadio anterior.
La lealtad a la marca pre-crisis no ha vuelto. El consumidor está dispuesto a comparar entre varias. El informe indica “que la lealtad a la marca ha pasado a un plano muy secundario en las decisiones de compra”, al menos de momento. Las marcas de la distribución siguen entre las preferidas, aunque algunas no han soportado la comparación.
Como reflexiona el estudio “la competición entre las marcas por la mente del consumidor está entrando en una nueva fase.”
Personalmente, intentando tomarme el estudio con un poco de perspectiva, incorporo percepciones propias y conversaciones con diferentes personas las últimas semanas. Me coinciden algunos aspectos. Para empezar, que a partir de la segunda mitad del año se empieza a percibir mucho más movimiento. Las cifras de ventas no están rompiendo récords, pero hay mucho más movimiento que el período precedente, aunque con unos precios claramente apretados a la baja.
No me malinterpretes, no estamos a salvo. La realidad es que hoy me preocupa más cobrar que vender. No está el patio para fiarse de nadie. Ni de grandes empresas (son las peores), que marean abusivamente los plazos de pago a su antojo. Peor aún las entidades financieras.
De los bancos y cajas hay que mantenerse alejado, ahora y en el futuro. Mucho tiempo tendrá que pasar para que cambiemos nuestra percepción. Continúan en esa zona oscura, no sé si sometidos a su propia histeria, a su propia penitencia purgando el muerto que todavía tienen guardado en el armario o a todo lo que ha metido debajo de su preciosa alfombra.
No sé exactamente cómo, pero en el futuro tendremos que aprender a vivir lo más alejados posible de las entidades financieras y de “nuestros” políticos.
Sobre éstos últimos, poco que añadir. Una pena que esa mezcla de arrogancia, mentira e incapacidad sea lo que nos provoca más incertidumbre y preocupación de cara al futuro. En su eterno cinismo son capaces auto justificarse manteniendo que la razón de casi todo son los problemas de comunicación con la ciudadanía.
Estoy parcialmente de acuerdo con ellos. No saben ni tan siquiera comunicar de forma adecuada (nótese que empleo “comunicar”, no “manipular”). Del resto, mejor no hablar. Siguen en su universo paralelo, en una carrera sinsentido que deprime al más optimista de los mortales. No sólo lo digo yo, también los dicen los estudios. Por algo será.