Las maniobras dilatorias sólo tienen el objetivo de mantener esa vaca lechera, aunque sea de forma pseudo fraudulenta. Si los miembros de la comisión, que decide sobre los servicios de tarifación adicional no se ponen de acuerdo, no hay nada que hacer. Una lástima.
Está claro que son las compañías suministradoras de estos servicios, con la complicidad de las operadoras (no olvidemos que son las grandes beneficiadas) como las poco interesadas en la resolución de su código de conducta.
Como ya comenté en
algún post anterior también he sufrido directamente sus prácticas. Sus pecados son cobrar precios desproporcionados y vulnerar algunas leyes de consumo, como la obligación de indicar el precio final completo de sus servicios.La queja es que no se indica el número total de mensajes ni el precio final de la venta. El usuario puede quedar atado a un servicio de suscripción sin darse cuenta. La información no es clara y se induce voluntariamente a pagar más dinero de lo esperado. Además -y para mí lo más grave- son servicios que tienen entre la población infantil a su público objetivo.
Los SMS prémium ya son considerados como un servicio de tarifación adicional, que afortunadamente ya aparecen desglosados con detalle en la factura del móvil. En esencia son servicios muy lícitos, pero sus prácticas comerciales muy discutibles. Una lástima porque es un negocio que factura en España 1.600 millones de euros al año, cifra significativa.
La pregunta que muchos deber hacerse es ¿Cuánto movería sin esas prácticas? El tema tiene su trascendencia. El cumplimiento del código de conducta puede tener un efecto dominó para las compañías de internet.
Las operadoras de telecomunicaciones, expertas en la “gestión de usuarios”, no necesitan torear a los clientes para sostener sus impresionantes cuentas de resultados. Pero las compañías suministradoras de SMS tienen que entender que cualquier negocio que no sea bueno para sus clientes, no puede ser un buen negocio.