Este post va sobre los argumentos en contra de uno de los principios básicos de nuestro tiempo: el dinero fiduciario y todo el sistema financiero de la burbuja crediticia. O lo que es lo mismo, el caso del fracaso inevitable de una economía de papel moneda y lo que eso significa para el futuro, basado en el resumen del controvertido libro de Detlev Schlichter Paper Money Collapse: The Folly of Elastic Money.
Si te interesa la historia del dinero fiduciario es tu libro. Detlev Schlichter, quizás uno de los mejores economistas de la escuela austriaca del Reino Unido, hace un análisis de las monedas fiduciarias muy actual, a pesar de que el libro fue publicado en 2011.
Es actual porque cada vez estamos más cerca del final del juego del «papel», controlado por un monopolio estatal, y el inevitable colapso del castillo de naipes en el que está construido. ¿Todavía eres de los que piensa que el colapso monetario no tiene antecedentes? Como cuenta Guillermo Fárber, “sobran precedentes y son más remotos de lo que los financieros de siempre quisieran hacernos creer. La gran diferencia es que el derrumbe actual es global, mientras que sus antecesores fueron nada más locales o cuando mucho regionales”
El libro de Schlichter te lleva directamente de la pregunta clave de «¿Qué es el dinero?» y te guía paso a paso a través de cómo funciona el dinero en la sociedad, las diferencias entre el dinero inelástico y de materias primas (por ejemplo, el oro) y las monedas fiduciarias elásticas prevalecientes a las que estamos sometidos, y la manipulación egoísta por parte de los bancos centrales privados y controlados por el gobierno que resulta en el libre mercado a las fuerzas no se les permite operar.
Lo que es más importante, Schlichter demuestra por qué un banco central que aumenta continuamente la oferta de dinero en circulación o alienta a los bancos a prestar más de lo que permiten sus reservas provoca el ciclo de auge y caída que hemos sufrido a lo largo de los siglos XX y XXI.
Esta es una lectura esencial y polémica para cualquiera que quiera entender por qué estamos en este lío, qué se necesita para sacarnos de él y por qué los políticos de todo el mundo se negarán a tomar medidas hasta que sea demasiado tarde para detener el colapso de nuestro orden monetario. Un libro para inconformistas o que buscan opiniones alternativas sobre esta polémica época económica.
Ideas fundamentales de ‘El colapso del papel moneda‘
- Los gobiernos pueden ajustar la oferta de papel moneda para adaptarla a sus propias necesidades: el dinero es “elástico”.
- Pero las monedas respaldadas por el oro – un “dinero mercancía” – mantienen su valor independiente de la confianza o las creencias de la gente.
- La riqueza radica en la productividad de la población, no el efectivo a la mano.
- Los bancos del sector privado y los bancos centrales dirigidos por los gobiernos son los “productores de dinero” en las economías contemporáneas.
- La oferta de dinero afecta a los precios, tasas de interés y asignación de recursos de una economía; demasiado dinero influye adversamente en la distribución del ingreso.
- Las “inyecciones” de dinero aumentan temporalmente el PIB, pero siempre reducen el “poder de compra”.
- Los economistas austriacos Carl Menger, Eugen von Böhm-Bawerk y Ludwig von Mises concluyeron que la manipulación monetaria genera ciclos de auge y caída.
- Históricamente, los regímenes de papel moneda han terminado en inflación y quiebra.
- Bancos, gobiernos y economistas se benefician con el statu quo del papel moneda.
- El retorno al patrón oro rescataría las economías mundiales del colapso.
Dinero flexible
La gente da por hecho que los billetes que lleva en la cartera o los dígitos que ve en línea en su estado de cuenta bancario representan su dinero real y que ese dinero tiene valor; sin embargo, el papel moneda o el dinero electrónico sin el respaldo de un metal como el oro o la plata, no tienen un valor intrínseco, salvo el que los gobiernos y las sociedades le asignan. Como resultado, los gobiernos pueden ajustar la oferta de papel moneda de su economía para adaptarla a sus necesidades; y, en ese sentido, el dinero es “elástico”; pero la moneda respaldada por el oro – “el dinero mercancía” – retiene su valor independiente de la confianza o las creencias de la gente y el Estado no puede manipular su oferta: un país tiene oro o no lo tiene.
“Hoy, el dinero ya no es una mercancía en ninguna parte. En todas partes es un trozo de papel no amortizable sin respaldo alguno”
En las economías modernas, la idea de las monedas respaldadas por el oro parece anacrónica y aun imposible; no obstante, las tarjetas de crédito, el papel moneda y las transferencias electrónicas de fondos son simplemente una “tecnología de métodos de pago” que fácilmente podría existir en un sistema monetario respaldado por una mercancía, al igual que los pagarés y los billetes de banco en la época en que la mayoría de las monedas estaban respaldadas por el oro. La oferta de oro, fija y relativamente limitada, es adecuada para apoyar las economías en crecimiento, pese a lo que afirmen los defensores del papel moneda.
“El dinero y la demanda de dinero”
El dinero es un medio de cambio que sólo existe para facilitar la compraventa. A lo largo de la historia, el oro y la plata han dado un valor imparcial y de aceptación general a la moneda por sobre su “valor de uso” como metales preciosos para la industria o la joyería. Los individuos usan dinero para comprar productos y servicios, pero la moneda que cambian por bienes sólo tiene un “valor de cambio”. En sí mismo, el dinero no tiene un valor inherente, a menos que usted pueda comprar algo con él; en realidad, el dinero no posee un valor de uso directo. Si los individuos amasan más dinero en su cuenta personal, se hacen más ricos; sin embargo, la sociedad en conjunto no se hace más rica si los gobiernos ponen más dinero en circulación: “Posee más del medio para intercambiar cosas, pero no tiene más cosas para intercambiar”.
“La mayoría de los comentaristas, políticos y banqueros centrales no desea abandonar la reconfortante creencia de que el gobierno siempre puede arreglar la economía con inyecciones de más dinero”
Imprimir más papel moneda cambia el “poder de compra” de cada unidad de moneda: cuantas más unidades de una moneda haya en circulación tanto menos poder de compra tiene cada unidad, y viceversa, por lo que una inyección de efectivo o un incremento en la cantidad absoluta de efectivo no mejora ni resta valor a una economía, porque los ajustes de valor compensan los cambios de la oferta de moneda. En cambio, la riqueza de un país se encuentra en la productividad de su población, por lo que los cambios de la oferta de oro no influirían en el valor de ninguna moneda anclada a él, aunque esos cambios sí afectarían al valor de uso del oro como recurso material: cualesquier economía moderna podría usar una moneda respaldada por el oro – para que su oferta de dinero fuese “inelástica” – y seguir funcionando normalmente.
“Todos los sistemas de papel moneda de la historia han fracasado””.
Los “productores de dinero” de hoy día son los bancos centrales controlados por los gobiernos que emiten el papel moneda y los bancos del sector privado que practican la “banca de reservas fraccionales”, es decir, que usan el dinero de los depositarios para hacer préstamos, pero no mantienen reservas iguales a su total de depósitos, si bien los depositarios confían en que su dinero está seguro y disponible. Una vez que usted deposita su dinero en una cuenta bancaria, se transforma en “un pagaré contra el banco”; el banco usa sus depósitos para financiar préstamos, con lo que aumenta la oferta de dinero y se convierte en un “medio fiduciario” que opera al lado del dinero. La banca fraccional puede provocar asedios contra el banco, un devastador efecto secundario de una economía basada en el papel moneda.
“Las inyecciones”
En el mundo real, las inyecciones de dinero estimulan la actividad económica sólo cuando son “irregulares” y “no transparentes”. Algunos pueden suponer que tener más efectivo los hace más ricos, así que lo gastan, lo cual indica a las empresas que la demanda aumenta, por lo que producen más, estimulando la economía; y el producto interno bruto aumenta, aunque temporalmente. Pero, cuando los precios suben, los compradores y productores frenan el gasto y la inversión, haciendo que la economía caiga a los niveles anteriores a la inyección.
“Al depositar el dinero en un banco, se renuncia a la propiedad del dinero. El dinero se intercambia por un pagaré contra un banco, pagaré que – uno espera – sea tan bueno como el dinero””.
No todos los participantes pueden reaccionar de manera uniforme a las presiones del incremento de los precios: algunos productores no pueden trasladarlo y algunos consumidores no pueden ajustar su gasto con suficiente rapidez, por lo que aumentar la oferta de dinero no lleva a una riqueza equitativa; por el contrario, genera “ganadores y perdedores”. Los productores de dinero ganan: pueden fabricar dinero gratis; y los que gastan antes del aumento de los precios ganan. Todos los demás pierden cuando las inyecciones de dinero “redistribuyen el control sobre los medios económicos”.
La escuela austriaca
A finales del siglo XIX y principios del XX, varios economistas establecidos en Viena promovieron la “teoría austriaca del ciclo comercial”. Carl Menger, Eugen von Böhm-Bawerk y Ludwig von Mises estudiaron el impacto de las inyecciones de moneda y de papel moneda en los sistemas económicos y descubrieron que los ciclos de auge y caída provienen de la manipulación de la oferta de dinero y no de la conducción normal de los negocios. Cuando los precios y los tipos de interés reaccionan al aumento de dinero en el sistema, la economía debe reajustarse para hacer volver “la asignación de recursos a una estructura sostenible”. En lugar de que se trate de evitar la recesión mediante el manejo de la oferta de dinero, la escuela austriaca llama a una “limpieza correctiva” para enmendar el desequilibrio; y sugiere a los países adoptar una oferta de dinero fija y permitir que las fuerzas del mercado determinen las tasas de ahorro e inversión.
“El nivel de los precios”
Debido a que, con el tiempo, el dinero elástico empuja el poder de compra a la baja, las agencias gubernamentales vigilan los indicadores del nivel de precios, como los índices de inflación comunes. Los responsables de las políticas saben que la viabilidad del dinero elástico depende de la confianza del usuario, por lo que tratan de alcanzar ciertas metas económicas para mantener la integridad del sistema. Pueden ajustar esas medidas a unas directrices predeterminadas, pero los medidores que buscan no pueden medir los daños económicos ocultos de la mala asignación de los recursos y ni siquiera los medidores mismos pueden captar toda la información pertinente, por lo que “no son mejores que adivinar”. Los economistas y los expertos equiparan los indicadores del nivel de precios a una economía firme y justifican el control del Estado sobre la oferta de dinero; pero ningún país ni sociedad ha descartado nunca el dinero mercancía para estabilizar su economía; en lugar de ello, los políticos defienden el papel moneda para tener manos libres para financiar las necesidades del Estado, como las guerras.
“Un legado de fracasos”
Los Estados recurren primero a la idea de la emisión de papel moneda para aumentar los ingresos fiscales. El primer país en depender del “dinero fiat” fue China: introdujo el papel moneda entre principios del siglo XII y fines del XV. Cuando la cantidad de papel moneda en circulación aumentó, el poder de compra bajó y surgió la inflación. Para 1500, reanudó el uso del dinero mercancía, una norma que mantuvo hasta el siglo XIX.
“La salvación del papel moneda requeriría, sin duda alguna, unas tasas de interés muy altas, con todo lo que eso … entraña””.
En el siglo XVII, las colonias inglesas de América imprimieron papel moneda para financiar su gasto militar, pero, en unos cuantos decenios, la alta inflación obligó al Parlamento británico a intervenir y detener la emisión de dinero elástico. De manera similar, Inglaterra y Francia adoptaron planes de papel moneda: el Banco de Inglaterra cayó en mora varias veces y Francia, en bancarrota, tres veces en menos de 100 años; pero la memoria colectiva es corta y, así, para el siglo XVIII, volvió el dinero fiat.
“Mi esperanza es … que, de las cenizas de las ruinas del sistema del papel moneda, surja un orden monetario que, una vez más, se base en la elección realizada por el mercado de un medio monetario y esté regulado completamente por las fuerzas del mercado, por la interacción libre, voluntaria y espontánea del público que comercia, no por un decreto gubernamental”
Para el decenio de 1870, la mayoría de las potencias ya se había unido al “patrón oro clásico”, un acuerdo informal con el que reconocían el oro como la base de sus monedas. Con las políticas del libre comercio y el dejar hacer, el crecimiento económico floreció; pero, para cuando estalló la Primera Guerra Mundial, esos países ya habían alentado la banca de reservas fraccionales para estimular el aumento del crédito, permitiendo así casos de inflación ligera. Los países europeos abandonaron el patrón oro clásico para financiar su propio gasto de tiempos de guerra, por lo que la deuda y el papel moneda generaron desproporciones que llevaron directamente a la hiperinflación alemana del decenio de 1920 y a la gran depresión estadounidense del decenio de 1930.
“La idea de que las metas económicas sean comunes es, por supuesto, una ilusión””.
El oro empezó a perder aceptación cuando Rusia lo expropió a todos sus ciudadanos en 1917. Estados Unidos hizo lo mismo en 1933, unos años después de que el economista inglés John Maynard Keynes lo etiquetara como “reliquia bárbara”. Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se impusieron las formas de democracia del “Estado intervencionista legitimado democráticamente”, el gasto público se incrementó, los impuestos aumentaron y la deuda gubernamental explotó; y la mayor dependencia del papel moneda permitió cada paso. En 1971, el presidente Richard Nixon desvinculó al dólar del oro para financiar la guerra de Vietnam y ese metal dejó de ser el respaldo de las principales monedas del mundo.
¿Quién está preparado para ganar?
Tres grupos de “partes interesadas” se han beneficiado más del dinero fiat:
- Los bancos – Gracias las reservas fraccionales, los bancos se benefician claramente de la “creación de dinero sin costo para ellos y de prestarlo con intereses a las instituciones no bancarias”. Al alentar la banca de reservas fraccionales, los gobiernos establecieron un sistema inherentemente inestable; y ahora enfrentan la inestabilidad con medidas como el seguro de depósito, los rescates y extensos reglamentos; pero ninguna de esas medidas cambia el hecho de que los bancos son apéndices del control económico del gobierno. A medida que el sistema se vuelve frágil, el Estado tiene que nacionalizar su sector financiero e imprimir más dinero.
- El gobierno – Los Estados han extendido su intervención en los bolsillos del sector privado, independientemente de los impuestos, para impulsar “una expansión incesante de la actividad estatal”, incluido un desembolso gubernamental excesivo. Mediante esa emisión de deuda, el Estado controla porciones crecientes de la economía, lanzando así a los emisores de deuda privada a la competencia por la inversión. El gobierno usa los fondos que recauda para financiar “programas de redistribución” que incitan al consumo, no la inversión, dañando más la capacidad de la economía para crecer y generar riqueza.
- Los economistas – Estos profesionales, “los guardianes intelectuales de la arquitectura monetaria contemporánea”, están en deuda con los bancos y el Estado, que los contratan como consejeros en política monetaria. Esa función desaparecería en un sistema de dinero mercancía.
“El juego final”
Toda economía basada en el papel moneda tiene tres resultados inevitables: 1) “la nacionalización del dinero y el crédito” a medida que el Estado se apodera del sector financiero; 2) “la monetización de la deuda”, situación en la que los acreedores del gobierno dejan de prestar y el Estado debe depender de imprimir más dinero, y 3) “una debacle inflacionaria”. Las medidas temporales – como cuando Paul Volker, presidente de la Reserva Federal, detuvo una desastrosa inflación en el decenio de 1980 con tasas de interés extremadamente altas – podrían aliviar algunas presiones sobre el sistema, pero no por mucho tiempo. La única salvación posible para las economías del mundo reside en el retorno al patrón oro. “La durabilidad, facilidad de transporte, divisibilidad, homogeneidad y … escasez” del oro lo hacen la base óptima para un dinero sólido, valioso y eterno.
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