Entendiendo el mentoring según su definición clásica de un proceso de aprendizaje global, a través del cual una persona con más experiencia -el mentor- enseña, aconseja, guía y ayuda a otra -el mentorizado- para que disponga de nuevas perspectivas, enriquezca su forma de pensar y desarrolle todo su potencial como persona y como profesional. El mentor invierte para ello tiempo, energía, experiencia y conocimientos.
No obstante, en el panorama actual es una pena circunscribir al mentoring sólo como recurso corporativo. Se me antoja muy limitado. Siempre sujeto a los valores e intereses corporativos. Algo que puede limitar las posibilidades del individuo –el mentorizado- desintonizando sus intereses y objetivos, con los de la compañía que lo emplea.
Aunque no afirmo el mentoring 2.0 como contraposición al “mentoring a secas”, sí creo que éste último tiene ciertas limitaciones para el individuo mentorizado.
A la vista de los tiempos que corren, “de tanto individualismo que ya no se habla nunca de discípulos” (Jean Cocteau), se me ocurre que debería desarrollarse, desconozco si existe o no, una especie de mentoring 2.0.
Esencialmente propongo un concepto más abierto y democratizado del mentoring. Algo así como mentores con experiencia (además de conocimientos, de energía, de tiempo e interés) buscan mentorizados, en último curso de carrera universitaria, con ganas de aprender a ser buenos profesionales y mejores personas. Poco más.
Una relación informal, sin corsés corporativos, religiosos o sectarios, pero con interés mutuo, de persona a persona. ¿Qué necesitaría? Aspirantes a mentorizados con talento, con potencial y ganas enormes, y sobretodo con capacidad para sintonizar y persuadir a un mentor potencial.
Quizás lo proponga porque nunca he tenido el privilegio de ser mentorizado y porque las mejores experiencias de mi vida profesional tienen que ver con personas a las que – consciente o inconscientemente- he ayudado a crecer.
¿A cambio de qué? De nada material, pero tampoco es altruismo. A mí me vale con “sólo” la satisfacción de echar una mano a quien lo vale, se lo merece y que puede llegar lejos. No escondo que sea una cuestión de orgullo personal, incluso de ego. Si acaso, como decía
Elbert Hubbard, “Existe algo mucho más escaso, fino y raro que el talento. Es el talento de reconocer a los talentosos”… pues puede que ese sea un buen reto para el mentoring 2.0, añadir un “ayudar” a los talentosos.¿Qué sucedería con nuestros universitarios si pudiera replicarse a una determinada escala? ¿Mejoraría su incorporación al mundo laboral? ¿Tendrían mejor carrera profesional los estudiantes mentorizados? ¿Haría algo mejores a los mentores?
Candidatas/os razón: