No tengo ningún motivo para sacar pecho por nada en concreto. Soy un culo de mal asiento…y además especial. Sé lo que quiero y especialmente lo que no quiero. Por mi curriculum me podrían llamar “Albert el breve” o “el inquieto”. Algo que no solo es cierto, sino que además es verdad. Pero no estoy escribiendo este post para auto flagelarme públicamente, cambiemos la perspectiva del asunto.
Una de las grandes ventajas de haber conocido tantas experiencias, empresas, estilos de gestión y proyectos de todos los sectores imaginables, es que mi campo de referencias es muy amplio. Las cosas como son. Si a esto le añadimos un número respetable de errores y cicatrices varias, siempre alrededor del marketing, comunicación y nuevos medios… mi expertise es más bien completito.
La docencia (y el contacto con alumnos y otros docentes) también es una buena forma de disciplinar conocimientos, de recoger información, documentar casos e investigar.
El blogging no supone más que llevar eso un paso más adelante. Obligarse a escribir algo mínimamente inteligente e inteligible de vez en cuando, no es tarea fácil.
De todo esto, que se retroalimenta entre si, saco en claro una obligación consciente o inconsciente de ordenar conocimientos y experiencias. Con una conclusión que ya he contrastado con otros profesionales: certifico que el nivel general de corpus de conocimiento sobre marketing moderno -en España- es regular tirando a malo.
Faltan perfiles con conocimientos más integrales y transversales. El que encuentras que sabe de marketing de gran consumo patina en temas digitales. El gran chamán de temas digitales no le hables de conceptos como marca, posicionamiento o segmentación. Al publicitario no lo enredes con nada que huela a negocio. Si hablas de inteligencia de clientes te ponen cara de póker…Y así sucesivamente.
Y es que lo habitual, es seguir tomando los clásicos de Kotler como la única verdad o simplemente se van al otro extremo, donde todo empieza y acaba en Internet. O nos quedamos en medio, donde ni se es capaz de pensar y estructurar en términos mínimamente estratégicos o cuando te hablan de posicionamiento orgánico, lo confundes con una variante ecológica del marketing.
Ahora en serio, se echa en falta un corpus mínimo de conocimiento. Un déficit que a juzgar por los alumnos que voy conociendo año tras año, la universidad sigue sin remediar.
Pero no seamos ilusos, hay pocas empresas (nacionales o internacionales) donde se puede aprender la metodología, técnica y práctica del marketing moderno.
Esto es algo que, hoy en día, sólo se puede aprender si te apasiona la materia, con una decidida actitud, aptitud y a base de consolidar experiencias profesionales, proveerse de formación especializada y con un notabilísimo esfuerzo autodidacta por seguir aprendiendo eternamente.
Porque pocas cosas hay más cambiantes y más difíciles, que el puñetero marketing… y eso es preocupante.