Ayer almorzaba con un muy buen amigo. Él es programador (muy buen técnico) y un micro-empresario. Tiene una empresa, con un empleado. Le van razonablemente bien las cosas. Trabaja bien, tiene buenos clientes, pero me contaba –muy preocupado- la dificultad de encontrar programadores (ya ni buenos, “sólo programadores”), de formarlos… y de retenerlos.
“No es cuestión de sueldo”, me decía. “”Ni de flexibilidad horaria…”, “…es que no hay programadores disponibles”, añadía preocupado.
La historia se repite y el círculo vicioso también. De tener que hacerlo todo sólo, como hombre orquesta. Noches y fines de semana incluidos. No poder dedicar más dinero a contratar más que juniors o casi juniors. Y no puedes incrementar significativamente los ingresos, porque en realidad en lugar de vender o formar, estás más preocupado en “producir”.
¿Cómo acabar con este círculo vicioso? O la paradoja del programador que cuanto mejor programador eres… peor vives.
Cuando le apuntaba que tenía que crecer más, para tener un número suficiente de empleados que le diera más estabilidad, de suficiente número de clientes, suficientes ingresos… Su respuesta daba con la clave –para mí- del asunto: “no quiero complicarme la vida”.
Allí está el problema. Ver el crecimiento de la empresa como un “problema”. Evidentemente estamos planteando de llegar a ser una empresa entre 10 y 20 empleados. Algo que diera suficiente capacidad de maniobra para no estar tan expuesto a la inevitable rotación de la industria o incluso a la pérdida de un cliente importante.
No obstante, mientras él me admitía dónde veía el obstáculo insalvable, yo me preguntaba… ¿Acaso no es peor y más esclavizante tener que programar cada día hasta las tantas de la madrugada, con fines de semana incluídos??
Desde fuera las cosas siempre se ven más fáciles, pero quizás el tema no es tanto sentirse más o menos empresario, o ser más o menos gestor, sino buscar y encontrar un compañero de viaje para la aventura….