El cambio es algo constante en el entorno empresarial. A pesar de la premisa, a las organizaciones les siguen costando adaptarse a esa evolución. Además, el cambio no es constante, ni lineal. Cuanto más significativo es el impacto de la tecnología en todos los ámbitos de nuestra vida y mayor el efecto de la digitalización, más se acelera.
La transformación (digital) provoca angustia en las organizaciones y en los profesionales. Con razón o sin ella, la bandera de la transformación digital provoca reacciones diversas: miedo, incomprensión, fundamentalismo, esceptiscismo,… Identificar el problema (reto) es el primer paso para solucionarlo (superarlo).
Las organizaciones pueden abordarlo de muchas maneras. Se han escrito infinidad de reflexiones, manuales y ensayos sobre cómo hacerlo. No hay receta única y sí un enorme “depende”. De entrada, si tuviera que sugerir diez ideas a priorizar ante un proceso de transformación digital, serían éstas:
- La digitalización es un proceso de transformación. De arriba-abajo, pero también de abajo-arriba. Imprescindible que esté en la agenda de temas estratégicos de la dirección general
- Cultura y fuego lento. La pinza que ejerce la cultura corporativa (recordemos las palabras de Drucker “la cultura se come la estrategia para desayunar”) y la necesidad cortoplacista de desarrollar el negocio, fuerzan muchos errores. Los cambios cosméticos son fáciles de implantar, pero transformar una organización exige cambiar la cultura, empezando y acabando en las personas. Eso requiere paciencia y fuego lento. La buena noticia es que la estrategia se puede copiar, pero la cultura es imposible.
- Proceso e iteraciones. Hay que estructurarlo y planificarlo para el despliegue operativo, pero no es un ‘plan’ es un ‘proceso’. Con más iteraciones que etapas. Con personas erigidas como nodos, conexiones y aprendizajes continuos
- Formación, conocimientos/habilidades y criterio. Para iniciar el viaje de la transformación (digital) es preciso evaluar y actualizar los conocimientos y habilidades. El primer objetivo es que el equipo pierda el miedo, se sienta con más confianza. Inmediatamente después, que aprenda a tener criterio, saber qué quiere y para qué. Esto solo se aprende, practicándolo.
- Flexibilidad. El movimiento, la adaptación, son esenciales para transformarse. La flexibilidad técnica, operativa y organizacional son obligatorias. Es tan importante tener una buena aproximación al mercado, como tener una arquitectura de sistemas adecuada. Tan importante es integrar los formularios de leads de la web, como los repositorios de información corporativos.
- Construir relaciones rentables a largo plazo ya solo es posible con una gestión integrada de los puntos de contacto y de relación con el cliente. Inteligencia (sobre los clientes) y compromiso (con ellos) a partes iguales.
- Transformar amenazas en oportunidades. Piensa en cómo pueden cargarse tu actual modelo de ingresos. Empieza a evolucionar tu modelo de negocio a ese nuevo escenario. ¿Qué parte de tus ventas provienen de productos/servicios digitales?
- Tecnología, sí pero... Es importante, pero no la prioridad. No es importante incorporar una tecnología, es importante cómo la aprovechas 360º. Para transformar esas amenazas en oportunidades.
- Abierto o no. Cuánto más miedo tengas a abrir a tus “propiedades intelectuales” de tu organización, más expuesto estás. Los negocios que dependen del marco regulatorio, tienen que hacer números sobre qué les sale más barato: seguir fichando ex Ministros o altos cargos de las AAPP, además de mantener el negocio de la abogacía, o repensar su modelo de negocio.
- Construir un ecosistema digital. Desarrollar la permeabilidad y el criterio para colaborar con compañeros de viaje, fijos o puntuales, grandes o pequeños.
Si te apetece profundizar sobre el tema, mira ‘Ocho informes sobre digitalización para enviarle a tu jefe’.