Los proyectos empresariales vinculados a la economía colaborativa están generando grandes expectativas. En algunas categorías, la brecha de mercado que están abriendo empieza a ser significativa.
Hay buena acogida y numerosos factores (tecnológicos, económicos, sociales) que favorecen esta eclosión. Es previsible que su crecimiento se irá acelerando, a medida que el mundo colaborativo se vaya consolidando como una de las alternativas más atractivas. Si nos creemos el pronóstico que cualquier producto o servicio susceptible de tener su plataforma colaborativa, la acabará teniendo, habrá un gran flujo de nuevas iniciativas y proyectos.
Más allá del debate de la regulación, que levanta y levantará mucha polémica desde los sectores que intentan protegerse de esta invasión colaborativa, las reacciones varían según intereses. Para los consumidores, encantados con la mayor competencia de las nuevas propuestas de valor. Todavía hay que esconde la cabeza para ignorarlo, los afectados intentan denunciarlo, algunos patrocinarlo, otros invertir y algunos, evolucionar y abrir la appi de su negocio para integrarlo.
Entre los que invierten, los hay socios industriales (p.e. Zipcar con Avis ó Carpoling y Daimler) con intención de no perder el tren de la invasión colaborativa, pero también inversores puramente financieros.
Aquí podría empezar chirriar el tema. Gran parte de los proyectos colaborativos tiene baja exigencia de capital y gran rentabilidad en caso de adquirir cierta escala. Esto, que es una gran oportunidad para emprendedor e inversor, no solo podría generar ciertas dudas filosóficas de calado -de la verdadera misión del proyecto y su propio ADN- sino también de aspecto tan prosaico como el reparto de dividendos.
La pregunta del millón: unos proyectos tan apalancados en los valores de compartir, no poseer, generosidad, etc. (Manifiesto Economía Colaborativa), ¿cómo encajarán antes las exigencias de un inversor que lo que quiere – en buena lógica- es optimizar el rendimiento de su inversión? Hasta qué punto maximizarán el beneficio para el consumidor? Y los beneficios de la plataforma ¿Habrá que redistribuirlos entre la comunidad de usuarios?
Ya hay quien empieza a adivinar un futuro conflicto de intereses. En Foxize sabemos que hay una oportunidad y estudiamos la posibilidad de crecer más rápido y mejor. Para hacerlo, necesitamos invertir y ese capital hay que buscarlo. Llevamos meses reflexionando sobre quién debería ser nuestro socio, por eso Fernando me pasa un interesante enlace de la revista Forbes (Why Uber And Airbnb Might Be In Big Trouble) sobre algunos de los grandes referentes de la economía colaborativa como Airbnb , Uber y Lyft.
Estas empresas, que han recaudado cientos de millones de dólares en capital riesgo, podrían estar ante un gran problema. Como explica Brad Burnham, managing partner de Union Square Ventures, una firma de capital riesgo de New York City “Cada dólar que tienen que volver a los inversores es un dólar que no se va a los usuarios de la plataforma – los usuarios que, por la naturaleza de la economía del compartir, a menudo sienten que son los que crean el valor en el primer lugar y merecen a participar en el mismo”.
Ahora mismo no se ven soluciones perfectas, todo es muy incipiente y falta maduración. Aunque quizás los emprendedores con proyectos colaborativos tengan que orientar su captación de inversores a opciones más próximas al crowdfunding (equity crowdfunding). Está todo por hacer. Veremos.