Si hay un lobby potente en la ciudad de Barcelona es el Gremi d’Hotels. Por tanto no me sorprende la noticia que Barcelona prepara una gran fiesta de fin de año en la avenida Maria Cristina. Es la fórmula con la que quieren entrar en el mapa turístico y mediático de Fin de Año en el que ya están otras grandes capitales.
Al evento se le quiere dar personalidad propia y parece que será la combinación de cuatro aspectos: la internacionalización de Barcelona, la promoción de la capitalidad del móvil, el interés cultural del montaje y la participación ciudadana.
“Al margen de las campanadas, se está preparando una fiesta con un sello propio, que pueda girar por el mundo en retransmisiones televisivas internacionales y hacerse un hueco junto a Nueva York, Río de Janeiro, Sidney, Londres o París. Y, sobre todo, que pueda identificarse con las señas de la marca Barcelona: innovación, creatividad y cultura”.
La aspiración de marca global tiene un objetivo, muy lícito, de negocio a corto plazo: desestacionalizar la ocupación hotelera de diciembre y enero. Los hoteleros lo tienen claro. El antecedente de diciembre del 2012, último dato disponible en las estadísticas, la ocupación media de los hoteles de la ciudad se situó en torno al 45,6%, una cifra muy alejada de la que registran los meses vacacionales por excelencia, como julio, agosto o septiembre por encima del 85%.
Lógicamente el montaje se basa en presupuesto privado. El Ayuntamiento de Barcelona sólo sufragará los gastos en Guardia Urbana, refuerzo del transporte público si es necesario y limpieza. La promoción, local, nacional e internacional, tendrá el apoyo de la Fundación Mobile World Capital, que es una de las mejores cosas que le ha pasado a Barcelona desde los lejanos Juegos Olímpicos del 92.
Aprovechar las uvas de Fin de Año para favorecer la innovación y la creatividad, no será fácil… la situación tampoco lo es. Hay que tener buenas ideas y ejecutarlas, tratando de sorprender e ilusionar. Por tanto, bienvenidas sean este tipo de iniciativas.