Aunque la definición de MOOC, acrónimo de inglés de Massive Online Open Courses (o Cursos Abiertos Online y Masivos) que aparece en la Wikipedia ya está desfasado, todavía es válido en gran parte. Los MOOC son un ejemplo de formación a distancia planificados para alcanzar un elevado volumen de usuarios gracias a su carácter abierto, participativo, y con una metodología basada en el conocimiento… “gratuito”.
Para que la enseñanza a distancia pueda ser considerada MOOC debe cumplir los siguientes requisitos (s/Wikipedia):
- Ser un curso: Debe contar con una estructura orientada al aprendizaje, que suele conllevar una serie de pruebas o de evaluaciones para acreditar el conocimiento adquirido.
- Tener carácter masivo: El número de posibles matriculados es, en principio, ilimitado, o bien en una cantidad muy superior a la que podría contarse en un curso presencial. El alcance es global.
- En línea: El curso es a distancia e Internet es el principal medio de comunicación. No requiere la asistencia a un aula.
- Abierto: Los materiales son accesibles de forma gratuita en Internet. Ello no implica que puedan ser reutilizados en otros cursos (aunque en algunos casos sí que existe esa posibilidad).
Pero qué ha sucedido para que el NewYorkTimes declarara el año 2012 ‘The Year of the MOOC’. O la propia universidad de Harvard incluyera los MOOC en su Disruptive trends to watch in 2013.
¿La respuesta? Dos referencias Coursera y Udacity. Solamente Udacity ha captado 15 millones de dólares de inversión y 475.000 alumnos han cursado ya alguna materia. Coursera no se queda corta, reconoce una inversión de 22 millones de dólares vía venture capital y dos millones de alumnos. Como nos recordaba @juanmanfredi, su curso más exitoso es según The Economist “How to reason and argue» cursado por 180.000 alumnos.
El romanticismo ha durado poco. En unos inicios donde parecía el modelo se basaba en altruismo docente, el que los docentes implicados no recibían ningún tipo de compensación económica. Ahí estaban los Coursera y Udacity. Pero la tentación era demasiado fuerte y el altruismo se empieza a desvanecer (los moocs empieza el negocio). “Así que Coursera ya ha anunciado que pasará a ofrecer certificados propios para quienes superen determinados estudios. Unos certificados de coste reducido (de 30 a 100 dólares) sin ningún tipo de reconocimiento académico por parte de las Universidades de origen (las de los docentes que ofertan el curso). Unos certificados defendidos por parte de las autoridades educativas de esas Universidades bajo el siguiente discurso”..
La burbuja se está haciendo enorme a pasos agigantados, a pesar de que todavía hay pocos expertos en la materia. Alguna de las aportaciones que me han parecido interesantes están las de @balhisay (‘Algunas cosas que he aprendido sobre moocs’), al menos no habla de oídas.
La titulitis es galopate, pero las ansias de negocio, más. Hace veinte años tenías que tener una licenciatura. Hasta hace poco era exigible un master o un posgrado. Hoy ya se habla de doctorados. Nadie pondrá sentido común a todo esto, porque el mismo sistema se desmoronaría. Pero todos sabemos que el título ya no diferencia, ni garantiza nada. Quizás por eso los MOOC, en su versión sin título o acreditación, me parecía un soplo de aire fresco…
La formación está mal repartida, desequilibrada y sobredimensionada. Que las Universidades luchan para captar clientes (alumnos) es una realidad desde hace tiempo. Los excesos de los estudios de grado, algunos no han aguantado el terrible filtro de la oferta/demanda, y han acabado cerrando.
Quedará feo, con mis actuales vínculos con la industria educativa, que haga afirmaciones tan contundentes aunque no descubro nada diciendo que si todavía queda un sector inmovilista en nuestra sociedad, es la Universidad. Poca adaptación a la realidad del siglo actual. Por eso, tengo que morderme la lengua cuando oigo en algunos foros analógicos sobre la “urgencia-oportunidad” de los MOOCs.
De momento y antes de abrazar la religión de los MOOC, recomiendo mejorar las habilidades digitales básicas acompañadas de algunas lecturas realistas como ‘El reto de monetizar los Mooc’.