El pasado viernes tarde y sábado por la mañana, llegó el momento cumbre del Master en Marketing Directo y Digital de la Barcelona School of Management de la UPF: la presentación y defensa de tesinas. Otro año más y ya van siete. En esta ocasión seis grupos: los grupos Panamá-Jack, ADG-FAD, Damm-Weiss, Sibarit.us, ProBike y Boutique Secret.
Gracias al buen hacer de los equipos y sus respectivos tutores (Bet Pueyo, Laura Abascal, Fernando de la Rosa, Toni Martí, Ferran Sala y Alex Marquina) otra vez se dejó el listón muy alto. El nivel ha sido profesional en todos los casos y en algún proyecto concreto, brillante
A pesar del nivel exhibido en estas sesiones, ese no es el objetivo pedagógico “prioritario” de la tesina. El reto más importante es aprender (a hacer) el proceso de un plan de marketing digital. Orientado a negocio y con el requerimiento de demostrar su viabilidad. La otra prioridad es aprender a elaborarlo en condiciones reales. Esto es, con un grupo de desconocidos, con orígenes, perfiles y experiencias distintas, que supone una exigente experiencia desde el punto de vista de relaciones humanas.
Como comentaba, un altísimo nivel que ya no sorprende. De hecho, Josep-Maria Fàbregas afirmaba con acierto que “enseguida nos acostumbramos a lo extraordinario”. Algo enorme, considerando que nueve meses atrás, esos mismos alumnos, no habrían sido capaces de elaborar ese proyecto.
El resultado no es casualidad. Hay un esfuerzo individual y colectivo. Empezando por alumnos, pero también del claustro docente y del equipo de dirección. No hay una edición idéntica a otra. Siempre hemos sido auto-críticos, y permeables con los comentarios y las críticas. Hemos ido evolucionando el claustro, cambiando contenidos cuando ha sido necesario. Cuando hemos metido la pata, hemos sido los primeros en admitirlo y rectificar. Y puedo asegurar que hemos tenido que tragar con algún que otro sapo. De todo se aprende, créeme.
Evidentemente no somos infalibles, pero los resultados están ahí. Siempre hemos creído que para reivindicar nuestra propuesta de valor y nuestras diferencias, no necesitamos atacar a nadie, solo tenemos que hacerlo mejor. Es nuestro carácter.
Faltan 77 días para que empiece una nueva edición. Será muy distinta. El MMDD sigue siendo un servicio muy artesanal, pero constantemente renovado. Nos gusta pensar que somos capaces de avanzarnos lo suficiente para dar respuesta a las necesidades de los alumnos. Y porque cada edición, empezamos con el contador a cero.
Mientras, el delicado ecosistema del MMDD, personal y profesional, sigue evolucionado y creciendo. Tal y como corresponde a su carácter abierto. En esta edición ya hemos incorporado a algún ex alumno al claustro docente. De la misma forma, que miembros del claustro han arrancado o están arrancando nuevos programas en otras instituciones de formación. Otros, lo haremos en breve con Foxize School (una iniciativa de la que ya te iré informando). En cualquier caso, esta diversidad nos enriquece y es una eficaz vacuna contra la endogamia habitual del mundo académico.
Son los efectos secundarios de nuestra pasión por la docencia y la convicción que el reciclaje profesional continuado, es imprescindible. Para los ya ex alumnos, es el inicio de una nueva etapa vital, pero para todos –sin excepción-, la certeza que debemos seguir desaprendiendo y aprendiendo, actualizando nuestros conocimientos, habilidades y cuestionándonos casi todo.
Por tanto, tal y como más tarde recordaba en Twitter Lluís Escribano “este máster marcará un antes y un después en vuestras vidas”. Así sea.