Hay días que las portadas de los periódicos y -en general- el contenido informativo de los medios de comunicación, son para llorar. Otros que te dan ganas de cambiar de… planeta. Estar mínimamente informado de la situación actual se está convirtiendo en un deporte de riesgo (de depresión). El contexto es crudo, duro e incierto. El negocio del miedo debe ser muy rentable para algunos. Tan rentable como reconocer la realidad para otros. Lo cierto es que los poderes intentan tunear la información para acercarla más a sus intereses.
No soy un antisistema, pero no me gusta que intenten manipularme permanentemente. Gran paradoja la de ZP afirmando “que no estábamos en crisis”, como la de la Sra.Cospedal afirmando hace pocos días que “España ya es fiable”. O el Sr.Rajoy huyendo –literalmente- de los periodistas, porque no sabe o no quiere decir nada. No sé cuál de las escenas es peor. Ya hace demasiado tiempo que intentar estar al día, es una herramienta de manipulación perfectamente engrasada del gobierno o intereses de turno.
Estoy harto de predicciones negativas y amenazas de quiebra del sistema, de rescates, de primas de riesgo. Este alud de incomprensibles conceptos solo hace predisponernos a lo peor.
No es normal que entre unos y otros, vivamos a ritmo de cruel titular, de uno u otro color. Y estamos sometidos a un juego interesado, alejado de nuestras vidas cotidianas pero que cada vez influye y condiciona más. ¿Por qué tenemos convivir con la oportuna e interesada declaración de independencia surgida de una convención de un partido político? ¿O con la salida de pata de la presidenta de una Comunidad Autónoma? Son realmente esas las preocupaciones del ciudadano de a pie?
Es la crisis, el conflicto y la incertidumbre, con mayúsculas. Y los medios hacen su agosto con ella. Da la impresión que los medios disfrutan a golpe de terribles titulares. Seguro que eso vende más.
¿Por qué tiene que tener más protagonismo “la muerte por asfixia de cuatro personas” que las docenas de vidas que se salvaron en otros tantos hospitales solo durante el día de ayer? ¿Por qué la letanía del concurso de acreedores o el ERE de tal empresa, y no las noticias de negocios que acaban de empezar o los que crecen aquí o allí?
Está claro que la negatividad vende más que el optimismo. Nosotros nos prestamos a ello y entre todos, construimos el peor de los escenarios posibles. Nos están secuestrando, paralizando y lastrando nuestro futuro. Manipulan nuestros sentimientos y nuestras decisiones.
Es cierto que no vivimos en un mundo feliz, pero si seguimos paralizados ante tanta situación catastrófica y previsión apocalíptica, quizás mejor no levantarnos de la cama.
Hace tiempo leí que las crisis económicas son, ante todo, crisis de confianza. Pues bien, con el estado anímico de las noticias actuales, la espiral pesimista es infinita.