Después de cuatro años y cerca de mil entradas, pensaba que este momento no llegaría nunca, pero ha llegado: no puedo postear.
La situación no tiene nada de especial. Después de meditarlo, parecen claras las razones:
- Mi agenda se ha encogido peligrosamente, el tiempo escasea. No hay tiempo (ni noches, ni madrugadas, ni fines de semana) disponible, ni de suficiente calidad.
- No escribo nada relevante. La sensación que todo está explicado demasiadas veces, demasiada redundancia.
- Aunque el número de visitas es el más alto de mi trayectoria blogger, tengo la percepción que empiezo a aburrir. O que me aburro a mí mismo.
- La falta de inspiración tampoco facilita nada. Antes los posts salían ‘solos’, ahora parece que necesito fórceps.
No es una situación puntual. En los últimos meses he ido espaciando la publicación de posts. Un reflejo fiel de una fase de agotamiento mental. Nada grave, espero. Probablemente producido por el intenso episodio profesional de los últimos meses.
También es fruto de cierta autoimposición a guardar silencio, discreción casi absoluta respecto a determinados proyectos. Curiosamente, más por prudencia que por confidencialidad. Una actitud generalizada que también se ha traducido en una baja intensidad en toda la actividad en los medios sociales, a los que no quito un ápice de trascendencia pero a los que observo atentamente con una mirada diferente a la de tiempo atrás (aquí se está gestando un nuevo post….)
¿Cuál es la solución? Pues no tengo ni idea. Antes tenía tiempo de escribir un post regular y mejorarlo a base de tiempo. Ahora, sin tiempo y sin ideas, es mejor dejar pasar un día tras otro, sin post, antes que ‘perpetrarlo’.
Confío que sólo sea cuestión de días. Espero volver pronto. Un abrazo