Las últimas semanas ando con poco tiempo para seguir los medios de comunicación. Lo que no sé si es un inconveniente o una bendición. En mi scanner rápido aparecen muchos tags sobre recortes, discusiones sobre endeudamiento, etc. Ahora aplicamos tijeretazo al gasto social, ahora sin ordenadores para los alumnos de la ESO, ahora incrementamos en los peajes, que si el president del Govern viaja en turista, etc
Mensajes de rigor y austeridad, después de la huida hacia delante del tripartito y con el declive de ZP como telón de fondo. Todo esto está muy bien, porque supongo que es terapia de shock, necesaria para que los ciudadanos entiendan la preocupante salud de las finanzas públicas. Pero esta corriente me genera dos preocupaciones. En primer lugar que sea pura estética. Me explico. Los problemas siguen estando en el mismo sitio: brutal déficit de la Sanidad, modelo económico productivo obsoleto, clientelismos, un sistema financiero (especialmente cajas) gravemente tocado, etc
Mi segunda preocupación es incluso más trascendental que la primera. A mí que Artur Mas decida desmontar la red de embajadas identitarias, me parece sensato. Que quiera reconvertirlas en delegaciones comerciales, aún más. Me gustaron unas palabras del Conseller d’Empresa i Ocupació, Francesc Mena, quien decía que aprovechaba los sábados para acudir a ESADE, su anterior puesto de trabajo, “a trabajar un poco”. Para levantar el país se necesita gente inteligente y con ganas de trabajar. Pero no me refiero a eso.
Lo que de verdad hecho en falta son actitudes inspiradoras que inyecten confianza en el futuro más que temor del presente. Ya sabemos que toca seguir aguantando el tratamiento de shock, pero se agradecería empezar a vislumbrar hacia donde queremos ir y qué queremos ser.
Se echa en falta visualizar el modelo a seguir. Actitudes que impulsen el cambio. Personas que toman la iniciativa, de forma ilusionante pero realista. Está bien tener buenos gestores, pero también necesitamos líderes, especialmente cuando necesitamos cambiar y transformarnos.
No pido líderes mesiánicos que sueñen con conquistar el mundo. Pido líderes con los pies en el suelo, con sentido de país y no supeditados a su agenda particular.
Los expertos dicen que si algo caracteriza a un líder es su papel como iniciador. Personas que no esperan sentados a que otros elijan el camino o le escriban el guión. Personas que miran siempre más allá para aprovechar esas oportunidades que asoman en el horizonte. Cambiar el clima social, evolucionar el discurso, modificar la actitud de la ciudadanía. No me sirve ni el discurso de botiguer (tendero), ni el de gestor frío y racional que cuida con disciplina germánica la caja. De lo primero andamos sobrados, de lo segundo se le supone… pero eso ni inspira ni motiva.